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En la epidemia del 2003

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del síndrome respiratorio agudo y grave (SARS, severe acute respiratory syndrome), originada en China y que se cobró cerca de 800 muertos en todo el mundo, también se detectó un caso en el que el coronavirus dio positivo en las lágrimas y negativo en el resto de fluidos, “lo que sugiere que puede ser una vía de entrada y que hay que tomar precauciones”.

Por otra parte, ya hay alguna publicación científica al respecto. Uno de estos estudios, Clinical Characteristics of Coronavirus Disease 2019 in China, publicado en The New England Journal of Medicine, analizó a 1.099 pacientes infectados y tan solo 9 casos, es decir, el 0,8% de los pacientes con enfermedad activa por coronavirus, tenían conjuntivitis.

El virus puede estar en la lágrima

La duda de si el virus está en la lágrima o no es, en opinión del experto, una interesante cuestión para establecer medidas de prevención cuando se va a explorar a personas infectadas. “Esto nos afecta en gran medida a los oftalmólogos, a los profesionales que realizan la tonometría o la paquimetría, por ejemplo, ya que pueden contribuir a diseminar el virus en las consultas y convertir en un nuevo vector de contagio a nuestros pacientes y a nosotros mismos”– advierte el doctor. “Dicha inquietud –añade– está apoyada por algunos informes recientes, que muestran que no son casos excepcionales los oftalmólogos que han adquirido la neumonía por coronavirus. Esto da consistencia a la sospecha de que el vehículo transmisor puedan ser las lágrimas o las secreciones conjuntivales de los pacientes”. En The Journal of Medical Virology, se acaba de publicar otro estudio llamado Evaluation of coronavirus in tears and conjunctival secretions of patients with SARS‐CoV‐2 infection, en el que se analiza a 30 pacientes hospitalizados por COVID-19. Solo 1 de los 30 pacientes tuvo afectación ocular con conjuntivitis, pero buscaron el virus en la lágrima de todos ellos, y el resultado fue que únicamente la persona que sufría conjuntivitis tenía también el virus en la lágrima. Los otros 29 pacientes que tenían el virus en la nariz y en la garganta no lo tenían en los ojos.

Valoración crítica de los estudios

No obstante, el Dr. Gutiérrez advierte que “como a cualquier trabajo, hay que valorarlo desde un punto de vista crítico, hay que reconocer que son pocos casos, y se debe considerar la posibilidad de que las muestras conjuntivales no se tomaran bien, así que es fácil que la cantidad fuera insuficiente, que han podido negativizarse. Podríamos descartar que la muestra que resultó positiva fuera una contaminación, ya que la tomaron dos veces en días separados”. Por otra parte, el experto incide en que el trabajo tampoco puede establecer que la infección ocular fuese la vía de entrada del virus o que haya sido una contaminación posterior a la presencia del virus en la garganta y que se haya producido a través de las manos, vía hematógena o a través del conducto nasolagrimal.

Coronavirus y conjuntivitis en la epidemia de 2003

En la epidemia del año 2003 se publicó que, en una muestra de ocho pacientes, en los que se había confirmado la neumonía por coronavirus, se encontraron tres casos con proteína C-reactiva (PCR) positiva en la lágrima. A juicio del Dr. Gutiérrez, la evidencia científica que se puede extraer de esto es que “en primer lugar, sí hay presencia de coronavirus en la lágrima; en segundo lugar, en raras ocasiones la enfermedad del coronavirus se asocia a conjuntivitis; y, por último, en ausencia de conjuntivitis, parece muy poco probable que haya virus en la lágrima”.

Los estudios en animales, poco extrapolables

Está demostrado que el coronavirus afecta a diferentes aves, a gatos, a perros y a otros animales, y ha quedado bien establecido que puede causar complicaciones oculares graves que perjudican el interior del globo ocular, la retina y el nervio óptico. No obstante, el Dr. Gutiérrez aclara que “la infección en estos animales la generan tipos específicos de coronavirus, que son diferentes al COVID-19”. Concretamente explica que la infección en los gatos se produce por un tipo específico de coronavirus que es muy frecuente en lugares en los que viven muchos juntos (hasta el 90% de los que viven en estas ‘residencias’ de gatos se contagia) y suele generar una clínica fundamentalmente digestiva. En ellos sí que es muy frecuente la conjuntivitis; en nueve de cada diez casos se han encontrado virus en la conjuntiva y con gran capacidad infectiva; de hecho, en las camadas de los gatos recién nacidos sanos, aparece la conjuntivitis en prácticamente todos los casos. En el ratón, la clínica que genera el coronavirus también es diferente, se centra más en el hígado, aunque también se afecta el aparato respiratorio y el sistema nervioso central. En definitiva, el experto opina que “el conocimiento derivado de la afectación en los animales es poco extrapolable a los humanos, porque el virus no es el mismo y también existen diferentes receptores para el virus en el ojo humano y en otras especies”.

Se precisan más estudios del coronavirus en la lágrima

“Actualmente sabemos muy poco acerca de los efectos del coronavirus en el ojo humano y podemos calificar de anecdóticas las pruebas relativas a su transmisión a través de los ojos. Por ello es necesario realizar más investigaciones para confirmar esta vía y la posibilidad de diagnosticar la enfermedad a partir de las lágrimas. Lo que está claro es que no debemos bajar la guardia y, ante todo, hay que protegerse para no ser contagiados y evitar seguir difundiendo el COVID-19”, concluye el doctor Gutiérrez. Hay que evitar la exposición de los ojos al coronavirus y protegerse bien.

Tomado de Murcia.com :

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