día de la medicina

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Un médico, un enfermero, un profesional o trabajador de la salud en Cuba, recibe en un día como hoy muchísimas Felicitaciones y es que nuestro pueblo agradece el esfuerzo de nuestros profesionales por salvaguardar la salud de nuestro pueblo, y no es solamente en la etapa aguda de una enfermedad o cuando un paciente está de cuidado o grave,  sino se reconoce el esfuerzo por la prevención o la rehabilitación de enfermedades, la promoción de salud, la lucha contra los factores de riesgo o por el cuidado ambiental.

Un día como hoy nació Carlos Juan Finlay Barres, en Camagüey. Hijo de Edward (médico) y de Eliza, durante su infancia y primera juventud adquiere conocimientos de literatura clásica y moderna, matemáticas, física, botánica, inglés, francés y alemán, entre otros. Estudia medicina en el Jefferson Medical College, en Filadelfia. Regresa a la Habana en 1855, dejando atrás posibles honores y riquezas.

En 1865, presenta  ante la Academia de Ciencias en opción al título de miembro supernumerario, la Memoria sobre la etiología de la fiebre amarilla, donde reseña posibles causas atmosféricas y terrestres que influyen en la propagación y gravedad de las epidemias y los factores que caracterizan la concepción miasmática de las enfermedades y de su propagación a través del medio ambiente. Este trabajo demuestra el gran interés de Finlay por descifrar los misterios de la Fiebre Amarilla, uno de los grandes azotes de la humanidad en la época. Años después, haciendo uso de su elevada honestidad como científico aceptaría que este pensamiento no era el acertado.

En 1879 una comisión de médicos norteamericanos visita la isla con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la enfermedad y particularmente, definir si era una enfermedad importada o no a EE. UU., definir si era contagiosa o no, si era producida por los miasmas, el por qué de su modo de aparición irregular. A la comisión de médicos norteamericanos se anexa un grupo de médicos cubanos, entre ellos Finlay.

En 1881, Finlay es designado para representar a Cuba ante la conferencia Sanitaria Internacional en Washington. Allí, el 18 de febrero, plantea las tres condiciones necesarias para que se produzca la fiebre amarilla: la existencia de un caso enfermo en un momento determinado de su evolución clínica, la presencia de un sujeto apto para contraer la enfermedad y la presencia de un agente, independiente del enfermo y de la enfermedad, pero que debe pasar la enfermedad del paciente al individuo sano. Esta declaración marcó un salto cualitativamente superior en la historia de la medicina. La posibilidad de que una enfermedad se transmitiera de un individuo a otro mediante un agente intermediario era una concepción totalmente nueva.

En agosto de 1881, Finlay lee ante la Academia de Ciencias en La Habana, su trabajo El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la Fiebre Amarilla, en el que presenta al Culex mosquito como el agente transmisor de la enfermedad. Este día, marcó un hito en la historia de la humanidad porque se reconoce por primera vez la transmisión de una enfermedad por un insecto vector.

En su hipótesis  no solo plantea que existe un insecto vector de la enfermedad sino que identifica al mosquito. La magnitud de su descubrimiento no quedó circunscrita al estudio y pensamiento abstracto. Diseña y desarrolla estudios experimentales en humanos para reproducir la enfermedad, es el primero que proclama el método experimental como forma de comprobar su teoría directamente en el hombre, fue capaz de definir su agente vector y caracterizarlo y siempre actuó bajo los principios de la ética médica. En su artículo Estado actual de nuestros conocimientos sobre la Fiebre Amarilla concluye que mediante sus inoculaciones es posible preservar a los individuos de adquirir la enfermedad, adentrándose por tanto en el campo de la inmunología y vaccinología.

A pesar de los resultados de su trabajo en el período entre 1881 a 1900, presentados tanto nacionales como internacionalmente, su teoría no fue comprendida ni aceptada. Sus dos grandes descubrimientos de carácter universal, la nueva forma de contagio de las enfermedades, y el mosquito como transmisor de la fiebre amarilla, se presentan frente a la Academia de Ciencias en un momento nada favorable para el análisis y la discusión de un conocimiento que cambiaría el curso de la historia.

A pesar de la grandeza de su descubrimiento y haber sido propuesto, Finlay no recibió el premio Nobel. En 1907, recibe la medalla Mary Kingsley de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool. Posteriormente, en 1933, en reconocimiento a su trabajo, se fija el 3 de diciembre como el día de la Medicina Latinoamericana. Durante el X Congreso de Historia de la Medicina efectuado en Madrid en 1935, la Sociedad Internacional de Medicina y el propio congreso, reconoce a Finlay como el primero en establecer el principio de la transmisibilidad de las enfermedades infecciosas por insectos vectores.

Llegue así un inmenso homenaje al Dr. Carlos J. Finlay y a todos los  trabajadores del sector .

Felicidades compañeros.