La cercanía de las viviendas a los lugares donde puede haber criaderos de mosquitos, es un factor de riesgo para las enfermedades trasmitidas por ellos: fiebre chikungunya, dengue, zika y fiebre amarilla. La prevención y el control se basan en gran medida en la reducción del número de depósitos de agua naturales y artificiales que puedan servir de criadero de los mosquitos.
Para ello es necesario movilizar a las comunidades afectadas, realizando el autofocal en casas y patios, así como lugares en ruinas con desechos. Durante los brotes se pueden aplicar insecticidas, sea por vaporización, para matar los moquitos en vuelo, o bien sobre las superficies de los depósitos o alrededor de estos, donde se posan los mosquitos; también se pueden utilizar insecticidas para tratar el agua de los depósitos a fin de matar las larvas inmaduras.
Como protección durante los brotes se recomienda llevar ropa que reduzca al mínimo la exposición de la piel a los vectores. También se puede aplicar repelentes a la piel o a la ropa, respetando estrictamente las instrucciones de uso del producto.
Para quienes duerman durante el día, sobre todo los niños pequeños, los enfermos y los ancianos, los mosquiteros tratados con insecticidas proporcionan una buena protección. Las espirales insectífugas y los vaporizadores de insecticidas también pueden reducir las picaduras en ambientes interiores.
Las personas que viajen a zonas de riesgo deben adoptar precauciones básicas, como el uso de repelentes, pantalones largos y camisas de manga larga, o la instalación de mosquiteros en las ventanas.
Como aún no existe ninguna vacuna o medicamento preventivo, es necesario controlar a los mosquitos que son el agente transmisor de la enfermedad. Realizar los autofocales en las casas y patios aledaños, contribuye a mantener bajo control a los mosquitos.
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