De Cáncer en Internet

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Europa Press – Hace 55 minutos
MADRID, 1 (EUROPA PRESS)
Cada hora perdida en el proceso de aprobación de un fármaco oncológico del cáncer cuesta 260 años de vida por vivir (supervivencia) a pacientes de todo el mundo, según un estudio presentado en la XVI Conferencia Mundial sobre Cáncer de Pulmón (WCLC) organizado a principios de septiembre por la Asociación Internacional del Estudio del Cáncer de Pulmón (IASLC).
El estudio, que hace reflexionar sobre impacto que puede tener sobre los pacientes el retraso de un tratamiento innovador contra el cáncer, fue elaborado por miembros de la División de Oncología Médica del Hospital universitario de Ottawa, que presentó datos sobre cómo el proceso de regulación frena la aprobación de fármacos útiles – teniendo en cuenta los costes de producción y las barreras a su aprobación.
No es la primera vez que se analiza dicho retraso pero sí es el primer estudio que cuantifica con variables reales cómo las expectativas de vida de un paciente disminuye al no tener acceso a tratamientos más eficaces. El investigador principal del estudio, el jefe de la División de Oncología Médica, el doctor David Stewart, espera que su investigación llame la atención sobre el impacto adverso que crean los retrasos regulatorios.
Stewart y su equipo evaluaron 21 terapias de cáncer sometidas a ensayos de fase III entre 2001 y 2015. Para ser incluidos, los ensayos tenían que documentar una mejoría estadísticamente significativa en la supervivencia global. Se excluyeron los ensayos adyuvantes y ensayos en enfermedades poco comunes. Para determinar el número de años de vida potencialmente perdidos por año requerida para la aprobación de medicamentos, Stewart multiplicó la mejora en la supervivencia media en años -teniendo en cuenta los nuevos fármacos- por el número estimado de pacientes que mueren anualmente por cáncer.
La investigación consideró el impacto en Estados Unidos y, además, a nivel mundial, ya que es de sobra conocido que la aprobación de nuevos medicamentos no es simultánea en todo el mundo. Así, se observó que el impacto era de 29 años de vida perdidos en Norteamérica por hora de retraso de la aprobación de terapia (1 durante cada 2 minutos de retraso) y 260 años de vida perdidos por todo el mundo por hora de retraso (1 para cada 14 segundos de retraso). Read more on Cada hora perdida en la aprobación de un fármaco oncológico resta 260 años de vida a los pacientes de todo el mundo…

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BIOTECNOLOGÍA
Una planta común convertida en un arma contra el cáncer
Se ha logrado modificarla genéticamente para que sintetice la sustancia precursora de un potente antineoplásico.

Podophyllum hexandrum, una planta del Himalaya en peligro de extinción de la que se obtuvo originalmente el antineoplásico etopósido. [Andy king50 / Wikimedia Commons]
La biología sintética se ha apuntado un nuevo éxito. Un equipo de la Universidad Stanford ha modificado una planta común de laboratorio (Nicotiana benthamiana) para que produzca una sustancia que puede emplearse para crear un potente medicamento contra el cáncer. El fármaco se obtenía originalmente de una planta del Himalaya que se halla en peligro de extinción. Gracias al nuevo trabajo, se podría asegurar un suministro abundante del antineoplásico y facilitar la tarea de los químicos, que tendrán la posibilidad de ajustar el compuesto para lograr las versiones más seguras y eficaces.
A lo largo de la historia, las personas han aprovechado numerosas plantas por sus propiedades medicinales. De hecho, en la actualidad los fabricantes de medicamentos obtienen la mitad de los nuevos fármacos a partir de ellas. Pero esa labor resulta más difícil cuando las plantas son de crecimiento lento y se hallan en peligro de extinción, como es el caso de Podophyllum hexandrum, una herbácea perenne del Himalaya. Esta especie constituyó la fuente original de la podofilotoxina, un compuesto citotóxico a partir del cual se crea un antineoplásico llamado etopósido. El medicamento se utiliza para tratar decenas de diferentes tipos de cáncer, del linfoma al cáncer de pulmón. Hoy en día, la podofilotoxina se obtiene principalmente de una especie americana del mismo género (Podophyllum peltatum), pero esta es también de crecimiento lento y solo produce pequeñas cantidades del compuesto.
Las plantas del género en cuestión producen podofilotoxina para defenderse de sus posibles atacantes. Sintetizan el compuesto a través de una serie de reacciones químicas. Pero como nunca se había elucidado la ruta sintética de la molécula, nadie sabía con exactitud qué genes intervenían en su formación. Lo que sí se sabía era que la podofilotoxina no siempre se hallaba presente en la planta. «La molécula solo se produce cuando la hoja sufre una herida», comenta Elizabeth Sattely, ingeniera química de Stanford que dirigió la investigación.
Conocer las enzimas responsables
Sattely y el doctorando Warren Lau razonaron que las enzimas (proteínas) que construían la podofilotoxina solo se formarían, asimismo, cuando la planta reaccionase ante una lesión. De modo que realizaron pequeñas punciones en las hojas de plantas sanas del Himalaya (tomadas de un vivero comercial) y las analizaron para ver qué nuevas proteínas aparecían alrededor del tejido dañado. Descubrieron 31 de ellas.
Para estrechar el círculo de los posibles candidatos que funcionarían como enzimas en la producción de podofilotoxina, se centraron en los miembros de cuatro clases que se sabía que intervenían en las reacciones químicas de interés. A continuación introdujeron genes de cada una de estas enzimas en bacterias que infectan Nicotiana benthamiana, un pariente del tabaco de crecimiento rápido que los biólogos vegetales suelen emplear como una suerte de rata de laboratorio. Las bacterias infectan fácilmente esta planta e insertan sus genes en los tejidos de esta. Sattely y Lau insertaron numerosas combinaciones de genes de las enzimas que pensaban que podrían producir el compuesto deseado. Finalmente identificaron un grupo de diez enzimas que permitían a la planta sintetizar una molécula llamada (-) – 4 ‘desmetil-epipodofilotoxina, un precursor directo del etopósido y un potente antineoplásico en sí mismo.
Con el tiempo, este trabajo podría permitir que las empresas fabricaran fármacos contra el cáncer de forma abundante y estable, y podría servir como punto de partida para el desarrollo de compuestos similares que podrían funcionar aún mejor.
Más información en Science
Fuente: Robert F. Service / Science
Science 11 September 2015:
Vol. 349 no. 6253 pp. 1224-1228

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Las células del cáncer se vuelven adictas a la glucosa, que utilizan como fuente de energía habitual para crecer y desarrollarse. A pesar de que esta observación la hizo hace ya más de nueve décadas el fisiólogo alemán Otto Warburg, a día de hoy no hay ninguna estrategia terapéutica que aproveche de forma eficaz esta necesidad energética especial. El planteamiento inicial parece sencillo: una falta de glucosa podría inducir la muerte de las células tumorales de manera específica.
Un nuevo estudio del Grupo de División Celular y Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), dirigido por Marcos Malumbres, demuestra ahora que el bloqueo de la glicólisis –mecanismo molecular que permite extraer la energía de la glucosa– es especialmente dañino en la división de las células tumorales, y que una actuación específica sobre esta particularidad energética podría ser efectiva para el tratamiento del cáncer en combinación con agentes quimioterapéuticos como el taxol.
En el trabajo, que recoge la revista Nature Cell Biology, han participado, además de otros colaboradores del CNIO, los equipos de Patricia Boya y Eduardo Rial, del Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC), en Madrid; Raúl Méndez, del IRB Barcelona en Barcelona; Guillermo Velasco, de la Universidad Complutense de Madrid; Miguel López, de la Universidad de Santiago de Compostela; y Asish Saha, de la Universidad de Boston.
Cambio en el metabolismo celular
Uno de los sellos característicos de las células cancerígenas es su capacidad de dividirse de manera incontrolada y casi ilimitada. “Existen en la actualidad múltiples agentes terapéuticos, como el taxol, que evitan precisamente la división de las células tumorales a través de la parada en mitosis [proceso especialmente delicado de la división celular en el que se reparte el material genético de la célula madre a las hijas]”, indica María Salazar Roa, investigadora del CNIO y codirectora del estudio. Read more on Atacar el metabolismo para mejorar las terapias anticancerígenas con taxol…

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Un equipo internacional dirigido por investigadores españoles ha descubierto un nuevo tipo de fármaco con un potente efecto antitumoral en modelos animales de cáncer colorrectal y melanoma. Varias compañías se han interesado en el compuesto para estudiar sus posibles aplicaciones como terapia antitumoral en humanos.
Según describen en el estudio publicado en Cancer Cell, los científicos han identificado una molécula, DEL-22379, que logra causar la muerte de las células tumorales, según explica el director del estudio, Piero Crespo, investigador del CSIC en el Instituto de Biomedicina y Biotecnología y de Cantabria.
“Hasta la fecha, se ha comprobado la eficacia de DEL-22379 en modelos animales de cáncer de colon y de melanoma, pero también se ha empezado a ensayar para cáncer de tiroides, pulmón y páncreas”, añade.
En el desarrollo de los cánceres tiene una importancia crucial la ruta bioquímica RAS-ERK: “Aproximadamente el 50% de los tumores humanos portan mutaciones en algún componente de la ruta bioquímica RAS-ERK, a través de la cual las células regulan su proliferación”, asegura Crespo. Read more on Hallan un nuevo tipo de fármaco contra el melanoma y el cáncer de colon…