Coma, estado vegetativo y rehabilitación
Los servicios de rehabilitación deben hacer frente a un tratamiento cada vez más precoz de los estados de coma, a menudo de origen traumático, pero también de origen anóxico o mixto. Gracias a los avances de las técnicas de reanimación es posible aumentar la supervivencia de los pacientes que han sufrido lesiones encefálicas graves, pero a costa de secuelas que pueden llegar hasta un estado arrelacional o de relaciones con el entorno muy limitadas.
Para elegir las técnicas de rehabilitación hay que diferenciar entre los estados de coma, los estados vegetativos, el síndrome apálico, el mutismo acinético y el síndrome de deseferenciación. El examen clínico cuidadoso debe determinar la gravedad de los trastornos del estado de alerta (mediante escalas normalizadas), los niveles de sufrimiento lesional (reactividades posturales, reactividades específicas) y la existencia de trastornos asociados que pudieran comprometer el pronóstico vital. Las deficiencias y discapacidades se evalúan al mismo tiempo que se instaura el control de las grandes funciones, la adecuación de los aportes hídricos y alimentarios, y la prevención de las complicaciones cutáneas, vasculares y ortopédicas. Las complicaciones infecciosas por agentes nosocomiales plantean problemas terapéuticos cada vez más serios. Deben empezar a aplicarse lo antes posible las técnicas de estimulación farmacológicas y reeducativas, que se inscriben en un contexto pluridisciplinario. Su principal objetivo es restablecer una comunicación elemental fiable y reproducible. En Francia se considera que una persona se encuentra en estado vegetativo persistente tras un plazo mínimo de 1 año. La atención de estos pacientes comprende acciones médicas (preventivas), quirúrgicas (corrección de las deformaciones ortopédicas secundarias) y de readaptación (ayudas humana y técnica, centros especializados), que plantean numerosas dificultades de orden social, jurídico, económico y ético.