Los jóvenes de mi generación crecimos admirando al Che, soñando ser como él.
El Che, médico, internacionalista y humanista de una forma que solo puede comprenderse íntegramente a través de sus actos. Vivimos siguiendo su ejemplo y su fidelidad al postulado de Martí de estar, como el verdadero revolucionario, no del lado en que se vive mejor, sino del lado del deber. Fue el propio Fidel quien nos lo pidió, una noche de octubre de 1967, mientras nos hablaba de la extraordinaria personalidad del guerrillero heroico, que reunía al hombre de ideas y al hombre de acción.
Crecimos además siendo martianos: un legado generacional que está impreso en la sangre de todos los cubanos y en las raíces de nuestra nacionalidad. Con su ejemplo, el mismo Fidel que no permitió que el apóstol muriera en el año de su centenario nos enseñó cómo honrar cada día el principio del maestro de que la Patria es ara y no pedestal. Con él, con nuestro Fidel, aprendimos también a creer en el hombre nuevo latinoamericano, que no es otro que cada uno de nosotros. Que la educación y la dedicación a una obra, en un medio favorable, logran transformar a cualquiera y convertirlo en una mejor persona. Que la ciencia y la técnica son la base del desarrollo y que la teoría es imprescindible, pero que no hay aprendizaje mejor que ponerse a hacer las cosas. Que ganando los corazones de muchos se puede incluso quemar etapas y que solo esperar a que las condiciones maduren es puro inmovilismo.
La permanente enseñanza de Fidel, como dijera Raúl, es que sí se puede, que el hombre es capaz de sobreponerse a las más duras condiciones si no desfallece su voluntad de vencer y que jamás debemos renunciar a los principios nobles y justos.
Cada cubano tiene su vida unida a la de Fidel. Los que nacimos en la Revolución y pudimos escucharle y beber directamente de sus enseñanzas, sabemos que la mayor herejía sería no llevarlas siempre con nosotros. Quienes tuvimos el privilegio de estrechar su mano, recibir su abrazo y su beso, comprendimos además que ese recuerdo se convertía en segundos en un compromiso multiplicado con la Patria.
Rendir tributo a Fidel en un momento será siempre insuficiente. Para el hombre incansable que militaba en el bando de los impacientes, de los que muchas veces tratan de hacer más de lo que se puede, el único homenaje posible es ser fieles a su legado histórico y defender la Revolución, desde cada trinchera.
De Fidel aprendimos muchas cosas, pero si me preguntan, me atrevo a decir que mi generación aprendió sobre todo a perseguir los sueños, a creer en la utopía realizable, que por difícil que parezca es siempre alcanzable si vamos armados de perseverancia y dedicación.
Infomed, este proyecto colectivo que comienza a vivir su primer cuarto de siglo es, sin dudas, un fruto de la dedicación y de la lucha por conquistar los sueños.
Alguien dijo que Fidel poseía la extraordinaria capacidad de viajar al futuro, regresar y explicarlo. A principio de la década de los 90, aunque incipiente, Internet comenzaba a desarrollar su escala global. En nuestro país, la primera conexión no sería hasta 1996, pero desde sus inicios, Fidel entrevió su magnitud e impulsó los primeros pasos para que en Cuba también se pensara en red. Lo realmente trascendente es que en el momento en que el país iniciaba el “período especial”, el comandante apoyó y fomentó la creación de un camino que permitiese utilizar las redes y las tecnologías de la información y la computación con vista a mejorar la salud.
Este sueño por el que hoy todos trabajamos es también el sueño de Fidel. Es, además, una prueba fehaciente de la importancia que puede tener el sentido del momento histórico cuando se enfoca cualquier proceso desde la visión de la Revolución. Como explicara nuestro querido Urra “Si redujéramos Infomed a lo tecnológico, estaríamos ignorando su esencia, que fue la decisión de cambiar todo lo que tenía que ser cambiado para garantizar la supervivencia del Sistema Nacional de Información en Ciencias de la Salud…”
“…Infomed es, y ha sido de alguna manera para muchos de nosotros, el tiempo mínimo que nos toca vivir como parte de esa obra inmensa que es la Revolución cubana…” “…Infomed es entonces, siempre ha sido y será una forma concreta de ser y de vivir la Revolución”.
25 años después, somos la prueba de que Fidel está en la conciencia de ese enorme capital humano que fundó en el pueblo. Fidel no ha muerto porque las ideas no mueren. Fidel es y será un cirio encendido para toda Cuba, una estrella que ilumina, una semilla que germina.
Gracias Fidel, tu legado es ahora nuestro camino. ¡Hasta la Victoria Siempre!
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