Síndrome del cuidador

El síndrome del cuidador o síndrome del cuidador quemado(burn out) es el trastorno psicológico y físico  que pueden padecer las personas que tienen a su cuidado a una persona mayor o dependiente debido al desgaste físico, mental y de su salud general por el cuidado constante de esta persona, que muchas veces no tiene la posibilidad de comunicarse adecuadamente y que en la mayoría de los casos por tratarse de la madre o padre, ha mantenido relaciones afectivas con la cuidadora, por lo que al ver a su familiar de esa forma contribuye aún más al desgaste emocional  del cuidador.

Se trata de algo común, en especial si el cuidador es un familiar, ya que, al trabajo de atención y agotamiento general, se le suma un componente emocional muy importante dado que ver y sentir cómo el ser querido se va perdiendo poco a poco.

El término estar quemado” surgió en la década de los años setenta en

Estados Unidos y fue utilizado por primera vez en 1977, por Cristina Maslash   en el Congreso anual de la Asociación Americana de Psicólogos (APA) para describir lo que sentían un grupo de voluntarios que colaboraban en una clínica con personas en proceso de abandonar las drogas, y que después de un año de trabajo, muchos de los cuidadores voluntarios se sentían agotados, se irritaban fácilmente y habían desarrollado una actitud despectiva hacia los pacientes y una

tendencia a rechazarlos. El síndrome de “Burnout”, descrito por Herbert J.

Freudenberg,

explica, el proceso de deterioro en los cuidados y atención profesional a los

pacientes, producto del estrés sostenido por lo que acababan quemándose tras meses o años de trabajo constante.

Si bien este síndrome afecta directamente a las personas que trabajan en el ámbito sanitario como enfermeras y médicos en cuidados paliativos, servicios de urgencias, trabajadores sociales que trabajan con pacientes de ámbitos desfavorecidos, Psicólogos, Terapeutas en el trabajo con

drogodependientes,

los cuidadores no profesionales que

atienden a un familiar en situación de dependencia ya que, bien a causa de enfermedades

graves o bien al deterioro cognitivo propio de la edad, estas personas están incapacitadas o

muy limitadas para hacer por sí mismas todas las tareas necesarias para su propio cuidado y

para su vida diaria. Las personas cuidadas pueden ser niños, jóvenes, adultos, o personas

mayores.

Cuidar es una conducta natural como o caminar. De algún modo todos

somos cuidadores y personas a las que cuidar. En el transcurso de nuestras vidas

inevitablemente ejerceremos ambos roles.

Si bien, en muchas ocasiones cuidar a un familiar dependiente nos conecta con emociones

agradables como el afecto, la ternura, dedicación, constancia, generosidad, altruismo,

podemos ver cómo estas emociones pueden cambiar al extremo opuesto: enfado, irritación,

rechazo, cuando los cuidados se alargan mucho en el tiempo.