¿Como se realiza el diagnóstico?
El médico debe realizar una exploración de la boca y la garganta del paciente para observar el estado de las amígdalas. De esta manera, podrá determinar si se encuentran enrojecidas o presentan manchas blancas.
Otro examen que puede confirmar el diagnóstico es que los ganglios linfáticos en la mandíbula y el cuello se encuentren inflamados y sean sensibles al tacto.
Dentro de los complementarios que pueden ser indicados:
- Leucograma
- Eritrosedimentación
- Exudados faríngeos con antibiogramas (si se sospechan causas bacterianas)
¿Qué tratamiento se recomienda?
No todas las amigdalitis se deben tratar con antibióticos. Solamente deben ser utilizados cuando exista una alta sospecha de infección bacteriana y mientras se esperan los resultados de los cultivos. Este diagnóstico está sobreestimado en el 80 o 90% de los casos, lo que conlleva a una utilización innecesaria de antibióticos sobre todo en lactantes y niños menores de 3 años.
El tratamiento consiste en:
Medidas generales. Utilización de antitérmicos (bajar la fiebre), analgésicos y/o antiinflamatorios, así como de gargarismos de suero fisiológico. Este es el único tratamiento de la amigdalitis vírica.
Antibióticos. El objetivo principal de este tratamiento es mejorar los síntomas, evitar complicaciones y erradicar las bacterias de las amígdalas. El tratamiento debe administrarse durante 10 días, aunque la fiebre desaparezca antes y el paciente se encuentre asintomático, para conseguir así la eliminación de todas las bacterias. El tratamiento de elección para la amigdalitis bacteriana es la penicilina inyectada o administrada por vía oral. Como alternativa, se puede utilizar la amoxicilina oral. En pacientes alérgicos a la penicilina se deben utilizar antibióticos de la familia de los macrólidos (azitromicina, claritromicina, eritromicina, etc.).
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