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11/12/2014
El cáncer de próstata representa un problema de salud pública, el cual en sus fases avanzadas la afectación ósea es prácticamente constante, asociada a una notable morbilidad. Alfredo Rodríguez Antolín y cols. llevaron adelante un estudio el cual hicieron una revisión de los factores pronósticos utilizados en la práctica clínica habitual que predicen el desarrollo de metástasis óseas y analizaron las opciones de seguimiento y tratamiento en estos perfiles de pacientes.

El estudio, publicado en Actas urológicas españolas, comprende una revisión de la literatura sobre los factores útiles en el contexto de terapia de intención curativa; incluyendo los valores clínicos clásicos al diagnóstico (PSA, estadio clínico, Gleason de la biopsia), factores patológicos (estadio pT, márgenes, invasión de vesículas, volumen tumoral, afectación ganglionar) y la cinética de PSA en sus diferentes contextos, así como parámetros histológicos y moleculares.

Los autores encontraron que el grado de diferenciación tumoral «Gleason» y el PSA son los factores predictivos más importantes en la predicción de metástasis óseas en pacientes con intención curativa. Factores cinéticos como TDPSA 10 ng/ml en la situación de CPRC son factores predictivos de desarrollo de metástasis.

El equipo considera que existen factores predictivos dentro de la práctica clínica habitual que permiten reconocer el «paciente riesgo para el desarrollo de enfermedad metastásica ósea, y que en cuanto a los tratamientos actualmente disponibles, como el ácido zoledrónico o denosumab, pueden ayudar en el manejo del paciente con riesgo de desarrollo de metástasis o metastásico, aumentando la calidad de vida y disminuyendo los eventos esqueléticos.

Existen también otros tratamientos para el cáncer de próstata con metástasis óseas. En Journal of Clinical Oncology se publicó un estudio en el que se analiza las inyecciones de radio-223 para tratar dicha enfermedad.

El equipo que hizo esta investigación eligió un grupo de pacientes que tenían CPRC progresivo, sintomático con ≥ metástasis óseas en la gammagrafía y sin metástasis viscerales documentadas.Otros criterios de inclusión eran que estuvieran recibiendo el MTN; y habían recibido previamente docetaxel, no eran elegibles para recibir docetaxel o lo habían rechazado.

Los pacientes fueron distribuidos de manera aleatoria en una proporción de 2:1 para recibir seis inyecciones de radio-223 (50 kBq/kg IV) cada cuatro semanas o placebo equiparable. Los pacientes fueron estratificados según uso previo de docetaxel, fosfatasa alcalina (ALP) inicial y utilización activa de bisfosfonatos.

Sartor y cols., quienes llevaron adelante el estudio, tuvieron en cuenta que Ra-223 es un emisor de partículas alfa primero de su clase con un efecto antitumoral muy específico sobre las metástasis óseas y efectos secundarios muy tolerables.

Además, actúa como un imitador del calcio, se dirige específicamente al crecimiento de hueso nuevo en las metástasis óseas y alrededor de las mismas; y es eliminado por excreción fecal.

El Ra-223 dirigido a hueso emite partículas alfa que inducen a roturas de ADN bicatenario en células tumorales adyacentes. Realizando una penetración breve de los emisores de partículas alfa (< 100 µm) = destrucción de células tumorales muy localizada y daño mínimo al tejido normal circundante.

En los estudios de fase II, radio-223 demostró una mejora estadísticamente significativa en la sobrevida global (SG) en comparación con placebo y una mejora constante en los biomarcadores relacionados con enfermedad y dolor.

Los investigadores tomaron una población de 921 pacientes que fueron distribuidos de manera aleatoria desde junio de 2008 hasta febrero de 2011, y 809 fueron incluidos en la serie de datos de IA. Las características demográficas y las características iniciales de los pacientes estuvieron bien equilibradas entre los grupos de tratamiento.

Los resultados arrojaron que en pacientes con CPRC y metástasis óseas, Ra-223 prolongó significativamente la sobrevida global (p = 0,00185; CRI = 0,695; IC del 95%: 0,552-0,875).

También retrasó significativamente el tiempo transcurrido hasta el primer ERE (p = 0,00046; CRI = 0,610; IC del 95%: 0,461-0,807) y tres de cuatro componentes de los ERE, incluida la compresión de la médula espinal.

Ra-223 retrasó significativamente el tiempo transcurrido hasta el deterioro del estado funcional según ECOG (p = 0,003; CRI = 0,62; IC del 95%: 0,46-0,85); y fue muy bien tolerado y tuvo una baja frecuencia de mielosupresión.

Es por ello, que el equipo considera que Ra-223, puede proporcionar un nuevo patrón de tratamiento de los pacientes con CPRC con metástasis óseas.

Referencias:

Sartor O. et al,Radium-223 Chloride (Ra-223) Impact on Skeletal-Related Events (SREs) and ECOG Performance Status (PS) in Patients With Castration-Resistant Prostate Cancer (CRPC) With Bone Metastases: Interim Results of a Phase III Trial (ALSYMPCA). Journal of Clinical Oncology. 30, 2012 (suppl; abstr 4551).

Alfredo Rodríguez Antolín et al, Factores que predicen el desarrollo de metástasis óseas por cáncer de próstata. Recomendaciones de seguimiento y opciones terapéuticas. Actas urológicas españolas. ISSN 0210-4806, Vol. 38, Nº. 4, 2014, págs. 263-269

Fuente: Medcenter Medical News

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La ovariectomía durante la histerectomía no incrementa el riesgo de prolapso de órganos pélvicos de una mujer después de la menopausia. De hecho, la extirpación de los ovarios disminuye tal riesgo, según un estudio. Este sorprendente hallazgo del estudio Iniciativa de la Salud de las Mujeres fue publicado en línea en Menopause, la revista de The North American Menopause Society (NAMS).

La ovariectomía durante la histerectomía por motivos diferentes al cáncer es un tema a de debate acalorado. La extirpación de los ovarios reduce el riesgo de cáncer de mama y disminuye considerablemente el riesgo de cáncer de ovario. Por otra parte, los estudios han relacionado la extirpación de los ovarios con un aumento del riesgo de muerte, trastornos cardiovasculares, cáncer de pulmón y osteoporosis y disminuciones de la capacidad cognitiva y la función sexual. Y muchos suponían que la resección de los ovarios incrementaría también el riesgo de prolapso de órganos pélvicos. Las formas más frecuentes de prolapso son los de la vejiga, llamado «cistocele» o del recto, llamado «rectocele» hacia la vagina.

Sin embargo, este análisis de casos de casi 9000 mujeres en la porción de sólo estrógenos de los estudios de Iniciativa de la Salud de las Mujeres demostró que este no del caso. De hecho, las mujeres que conservaban sus ovarios tuvieron un incremento de 23% en el riesgo (ajustado con respecto a edad, número de partos, obesidad y origen étnico) de presentar un cistocele o un rectocele que las mujeres en quienes se había extirpado los ovarios y no habían recibido tratamiento subsiguiente con estrógenos.

«Por lo que respecta al prolapso, la edad probablemente es más importante que la menopausia y la disminución de estrógenos», comentó la Directora Ejecutiva de NAMS, Dra. Margery Gass, NCMP.

El análisis corroboró otros riesgos conocidos de prolapso de órganos pélvicos. El más sólido es el haber dado a luz a más de un niño, lo cual incrementa a más del doble el riesgo. La obesidad también aumenta el riesgo en hasta 75%. Los estadounidenses de origen africano tienen menos riesgo de prolapso que las mujeres latinoamericanas, asiáticas, estadounidenses nativas o caucásicas.

Referencias:

Gass M. et al, Effects of bilateral salpingo-oophorectomy at the time of hysterectomy on pelvic organ prolapse: results from the Women’s Health Initiative trial. Menopause. Mayo de 2015

Fuente: Medical News Today 08/12/2014