Servicios de apoyo a las familias ante un caso de maltrato infantil

El maltrato infantil es una experiencia que puede ocasionar graves tensiones y conflictos en las familias. El niño y sus hermanos pueden sentir miedo ante lo que va a suceder, o sentirse culpables de lo que ya ha sucedido en el hogar. Es también posible que haya otros miembros de la familia que hayan padecido abusos o negligencias.

El dispensador de los servicios deberá ser consciente de la importancia de determinadas intervenciones como medio para ayudar a la familia a hacer frente a la situación, y para tranquilizar y ayudar a la rehabilitación de los afectados. Apoyar a los miembros de una familia presuntamente maltratadora de sus hijos puede ser una tarea difícil de asumir, pero la ayuda a la familia será muchas veces una ayuda para el niño. Es, pues, necesario apoyar específicamente a los padres y al conjunto de la familia.

Este tipo de asistencia podría ser necesaria desde el momento en que se sospecha o se ha descubierto la existencia de maltratos, y hasta el término del proceso de curación.

Se prestará asistencia hasta que todos los miembros de la familia hayan sido reenviados a los servicios apropiados, atendiendo a sus necesidades específicas. Los servicios de apoyo deberían abarcar todos los sectores y mantener una comunicación y colaboración eficaz, de manera que cada sector tenga pleno conocimiento de su cometido y de sus responsabilidades principales y no se planteen conflictos entre ellos.

El número de dispensadores de servicios en contacto con la familia debería circunscribirse a los responsables directos de los cuidados al niño y a su familia y de la gestión del caso. Ello permitirá mantener la continuidad y la coherencia en la prestación del servicio. Además, preservará la integridad del caso a efectos jurídicos y la confidencialidad de la familia.

El momento exacto en que se consideren necesarias las intervenciones de apoyo dependerá de:

• la edad y las capacidades de desarrollo del niño;

• la salud física y mental del niño y del progenitor o progenitores;

• los obstáculos que, a juicio de la familia, dificulten su capacidad para hacer frente al problema y el tratamiento que dispensan al niño;

• los recursos materiales y sociales disponibles para el niño y su familia;

• la capacidad de los sistemas profesionales y no institucionales existentes para hacer frente eficazmente a la situación.

Además de los servicios de protección frente a futuros maltratos, los niños maltratados y sus familias suelen necesitar intervenciones que los ayuden a recuperarse y a integrarse nuevamente como miembros productivos en la sociedad. Este tipo de rehabilitación podría abarcar diversos sectores y requerir la prestación de servicios continuos o intermitentes. Tanto en el caso del niño como del perpetrador, deberían evaluarse la susceptibilidad de éstos y los factores de protección como elementos integrantes de tales servicios. En la rehabilitación social y en las intervenciones de salud mental se tendrán presentes las estructuras comunitarias existentes y la cultura específica del entorno.

Los servicios de rehabilitación abarcan:

intervenciones de salud; por ejemplo: atención médica continua; intervenciones de salud mental; terapia antitraumática; y asesoramiento individual, grupal o familiar;

intervenciones sociales: curas de reposo, asistencia en las tareas cotidianas del hogar (por ejemplo, para la limpieza o la preparación de alimentos) adopción institucional, o supervisión mediante servicios de protección del niño;

intervenciones educativas: por ejemplo, cursos escolares o formativos de carácter especial;

intervenciones jurídicas: por ejemplo, encausamiento de los perpetradores; protección

del niño, gestiones para la reclamación de daños y perjuicios;

asistencia financiera: por ejemplo, fondos de compensación para la víctima que sirvan de ayuda en las intervenciones precedentemente indicadas.

Cuánto más eficaz sea la colaboración entre esos servicios, más probable será obtener resultados satisfactorios. Aunque también en estos casos es muy importante una buena comunicación entre los distintos sectores, deberán tenerse igualmente presentes los límites de la confidencialidad. Por ejemplo, desde el punto de vista del rendimiento del niño, podría ser útil que la escuela tuviese conocimiento del estado en que éste se encuentra;

esa información, sin embargo, podría perjudicar el bienestar del niño y dificultar su situación en la escuela. También los niños y las familias deben ser advertidos del peligro que entraña divulgar demasiada información.

La creación de una red de proveedores de servicios directos permitiría poner en contacto a todos los proveedores de servicios sanitarios, jurídicos y sociales disponibles que están especializados en el maltrato infantil. Para que este mecanismo sea eficaz, deberá contemplar el estudio conjunto del caso con otros proveedores de servicios. Cuando proceda, se invitará a las familias y a los niños a participar en tales conversaciones, con lo que se ayudará a obtener su colaboración. La red permitiría compartir y hacer uso de material de referencia impreso y electrónico, y en particular información existente en Internet sobre los procesos jurídicos, las intervenciones preventivas y los servicios de apoyo.

Obtenido de: Prevención del maltrato infantil. Qué hacer y cómo obtener evidencias. OMS, 2009