Por:Por Anja Reumschüssel, dpa Berlín, 18 abril.
Tenemos por delante un texto en un idioma extranjero: bastan un par de clics en Internet para presentarnos una traducción en un castellano inteligible y lista para imprimir. Bueno sería si fuera cierto. Pero los servicios de traducción online están aún lejos de tal perfección. En la web se puede hallar de todo, incluso en materia de idiomas. Pero no se puede confiar en todo lo que nos producen los traductores online. Porque el resultado puede ser incomprensible o, en el mejor de los casos, un divertido galimatías. Pese a ello, se puede aprovechar bien estos servicios. A condición, claro está, de observar algunas reglas. El primero entre los servicios gratuitos de traducción automática fue Babel Fish, llamado hoy Bing Translator, y que ofrece unos 40 idiomas.
También Google con su servicio Traductor está presente desde hace ya mucho tiempo en el sector y ofrece actualmente hasta 60 idiomas, incluyendo las principales lenguas europeas y asiáticas. Entre los idiomas hablados en la península ibérica el Traductor de Google, además del castellano y el portugués, incluye también el catalán, el gallego y el euskera. Junto a estos, existen también numerosos otros servicios gratuitos de traducción automática, desde Apertium hasta WorldLingo. La Asociación alemana de Intérpretes y Traductores (BDÜ) realizó en octubre de 2012 una prueba de la calidad de las traducciones online en comparación con el Traductor de Google. El resultado: estos servicios “comprendían” en grandes líneas las recetas, los artículos periodísticos o las instrucciones de uso sometidas a traducción, pero el lector tenía que interpretar muchas cosas y algunas quedaban incluso incomprensibles. Estos servicios, según la BDÜ, tropezaban sobre todo en la comprensión de la ironía, el sarcasmo y la ambigüedad. Era evidente que las máquinas de traducción no lograban entender el contexto de una frase y elegir las palabras relacionadas con él. Pero aunque ninguno de estos servicios entregara traducciones limpias o, al menos, comprensibles, el resultado era en todo caso utilizable. Porque el usuario debe distinguir entre una traducción de una lengua extranjera a otra que él conoce, y una traducción de un idioma conocido a otro extranjero, señala Uwe Reinke, profesor de idiomas y tecnología de traducción en la Universidad Técnica de Colonia. “Hay que evitar en lo posible traducciones en un idioma que no se entiende”, aconseja el experto. Porque, en tal caso, el usuario no está en condiciones de apreciar el resultado de la traducción. Si la traducción debe ser una comunicación a otra persona, a lo más provocará risa y, en el peor de los casos, malentendidos e incluso enfado. “En tales casos, lo mejor es enviar el texto en español para que el destinatario mismo lo traduzca a su idioma materno”, recomienda Reinke. Una traducción automática en el idioma propio sí es aconsejable. Al traducir un texto a la lengua natal o a un idioma extranjero conocido por el usuario, los errores serán evidentes, pese a que pueda haber errores de traducción al propio idioma que pasen desapercibidos. Es por ello que los expertos aconsejan aquí mucho cuidado. “Una traducción automática sólo es recomendable para personas que no conocen un idioma y que, pese a ello, quieran entender el contenido de un texto a grandes líneas”, resume Norma Kessler, traductora de la asociación BDÜ. Los traductores online pueden también servir perfectamente para uso privado o para una primera apreciación de un texto. Donde hay que poner cuidado es cuando se trata de textos oficiales o comerciales. Correspondencia traducida automáticamente puede no ser tomada seriamente. La traducción de contratos mediante una máquina tampoco es aconsejable sin mediar las correcciones de una persona que conozca el idioma, sobre todo por la comprensión del texto y sus implicaciones legales. Cuando se use servicios de traducción automática, el texto original debe ser redactado en lo posible con vistas a la traducción, aconseja Kessler. Las máquinas de traducción ven facilitada su tarea con frases cortas, comprensibles y de estructura simple. Olvídese de las frases en modo pasivo, la ironía o los giros de doble sentido. Estas recomendaciones valen, naturalmente, sólo para traducciones desde el propio idioma a un idioma conocido por el usuario. Pero en Internet hay también ofertas para quienes conocen ya a grandes rasgos el idioma de destino y sólo necesitan ayuda para una traducción. Linguee, por ejemplo, es un diccionario multilingüe que ofrece traducciones alternativas. Así, el usuario puede elegir la traducción que más se ajusta o recibe al menos una comprensión rudimentaria del texto, dice Gereon Frahling, fundador de la página Linguee. En todo caso, este matemático e informático señala que no cree que la máquina llegue a reemplazar algún día a la persona en materia de traducciones. A su juicio, el desarrollo de software de traducción ha llegado ya a sus límites.