Osteoporosis y rehabilitación
La rehabilitación ocupa un lugar esencial en el tratamiento de la osteoporosis y, muy particularmente, en su prevención.
La rehabilitación contribuye a la prevención de las fracturas osteoporóticas a través de una acción directa —ya que las tensiones mecánicas mejoran la troficidad ósea—, y además a través de un mecanismo indirecto no óseo, pues reduce la frecuencia y la gravedad de las caídas.
Las tensiones mecánicas aplicadas sobre el esqueleto influencian la remodelación ósea local, por lo que un entrenamiento apropiado aumenta o, por lo menos, preserva el capital óseo según la edad. La rehabilitación, en el marco de la prevención de las caídas comprende la ergoterapia, que acondiciona el entorno, y la kinesiterapia, que posee un objetivo doble: corregir las deficiencias físicas de los pacientes propensos a las caídas (en particular, mejorando el equilibrio y la coordinación), y enseñar como levantarse del suelo tras una caída.
Asimismo la rehabilitación forma parte del tratamiento curativo de las fracturas osteoporóticas. Sus modalidades dependen no sólo del tipo de fractura, sino también del substrato óseo y, en particular, de la edad del paciente.