Mar 22nd, 2013 Archives

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Los orígenes remotos del transhumanismo, se pueden localizar en la exaltacion del hombre y la técnica, mediante un saber traducido en hacer. Los transhumanistas se sienten en sintonía con el optimismo de filósofos y científicos ante las posibilidades ofrecidas al hombre por los conocimientos científicos y tecnológicos, y se remiten por ello a Francis Bacon, a David Hume, a Isaac Newton y Augusto Comte, del mismo modo que a los pragmatistas americanos Charles Pierce y William James.

Ellos, aún sin hacer profesión explícita de materialismo, de facto, manejan en realidad una visión reduccionista del hombre pues sólo a partir de esta visión es posible pensar que se puede modificar la realidad profunda del hombre, actuando sobre su dimensión corporal. En este sentido las premisas antropológicas del transhumanismo se pueden encontrar en la comprensión de la naturaleza humana propia del empirismo de D. Hume y en el materialismo de J. O. de la Mettrie, aunque no podemos ignorar que el fuerte dualismo cartesiano ha deja-do su contribución en el delinear de tal visión antropológica. En esta línea reduccionista no se puede dejar de mencionar la influencia que proviene del evolucionismo de Ch. Darwin, que constituye no sólo una brillante hipótesis interpretativa de la historia viva sobre nuestro planeta, sino que ha llegado a constituirse como horizonte de sentido compartido y trasfondo ideológico y que ofrece una solución de acuerdo a la cultura moderna.

Los inicios del Transhumanismo se reconocen en el pensamiento del filósofo Max More, fundador en los años 80 del siglo pasado del Extropy Institute.  La expresión Extropy se utiliza como opuesto a entropía. Dentro de este contexto futurista surge la idea de una singularidad tecnológica, propuesta por Vernor Vinge, cuando en 1993 escribo el ensayo: ‘The coming Technological Singularity,’ en el que pronosticaba el surgimiento de una superinteligencia que superaría a la humana y proponia cuatro tipos de superinteligencias. A diferencia del transhumanismo inicial, Vinge, alertaba sobre la problemática de dichas superinteligencias al de estar fuera del control humano y lo veía como algo inevitable dada las relaciones socio-económicas actuales basadas en la ley del mercado.

Las consecuencias de una posible singularidad tecnológica, es un tema poco estudiado objetivamente, o se rechaza de plano o se acepta religiosamente. John Holland,  cree que mientras más personas conozcan sobre las tecnologías que supuestamente provocarán la singularidad,  más conscientes estarán sobre las limitaciones de esas tecnologías. Es obvio, que mientras no tengamos claro cómo será la relación futura entre humanos y máquinas cualquier tecnología relacionada con la inteligencia llegará a estar fuera de control.

Actualmente, el movimiento está representado en el mundo de una manera más significativa por la World Transhumanist Association, fundada en 1998 por Nick Bostrom y David Pearce, con el objetivo de proporcionar una base organizacional general para todos los grupos que se identifican con la idea transhumanista, y para dar al mismo transhumanismo una fisonomía académica más rigurosa. En este ámbito se unen, con ensayos y con obras de alta divulgación del credo transhumanista, autores de varios ámbitos disciplinarios como J. Harris, J. Hughes, R. Naan y G. Stock.

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