Los defensores de la tecnología asumen que la evolución de la especie humana es demasiado lenta y la comparan con la evolución de la tecnología la cual se acelera por año, partiendo de la idea de la ley de Moore. Idea que nos lleva al surgimiento de una singularidad tecnológica, tal como la propone Vinge y posteriormente Kurzweil, lo cual nos conduce inevitablemente a un futuro posthumano.
Ahora bien, el concepto clave para ese futuro posthumano donde las máquinas superan a los humanos, que tipo de relación se establecerá entre la “limitada” especie humana, prácticamente condenada a desaparecer, y las máquinas con su imparable crecimiento que parece no tener límites. Y todo parece indicar que a los humanos no les queda más remedio que fusionarse con las tecnologías, dado las ventajas que esto le reportará, lo que nos lleva a la ideología transhumanista.
¿Entonces? Estamos hablando de una simbiosis entre humanos y tecnologías, relación que ya se está produciendo desde hoy. Ahora, ¿Qué se consideraría una relación simbiótica entre humano y tecnologías?
Tal como se conoce en biología, las relaciones simbióticas se definen como la relación cercana y persistente entre organismos de diferentes tipos y por lo general con efectos benéficos para al menos uno de ellos. Termino utilizado por el botánico alemán Anton de Bary, en 1879. Es bueno destacar que esas relaciones cercanas algunas veces llevan a un tipo de evolución produciendo cambios genéticos. O sea la relación simbiótica puede alterar la evolución de una de las especies.
Hasta ahora nos referíamos a una simbiosis entre dos especies biológicas, pero nada prohíbe que se produzca una relación de dos organismos diferentes (humanos y tecnologías) dada su cada vez más cercana interacción y dependencia. En el artículo Humanos y tecnologías, hacia una nueva relación (2), mencionamos los tipos de simbiosis que se producen y sus características.
Sin entrar en temas específicos de la evolución biológica (no soy experto) es bueno destacar el concepto de Lynn Margulis, quien en su teoría simbiogenética destaca el papel de la simbiogénesis en la evolución al definir a la unión de distintos organismos para formar nuevos colectivos, como fuerza más importante de cambio sobre la Tierra. En otra parte, afirma: “Generan nuevas poblaciones que se convierten en individuos simbióticos multiunitarios nuevos, los cuales se convierten en «nuevos individuos» en niveles más amplios e inclusivos de integración. La simbiosis no es un fenómeno marginal o raro. Es natural y común. Habitamos un mundo simbiótico”. Lo cual viene a apuntalar el concepto de la simbiosis como fuerza de cambio y de transformación evolutiva.
De lo anterior se desprende la siguiente conclusión, si los humanos quieren seguir evolucionando no tienen más opción que alcanzar alguna forma de simbiosis con las tecnologías, simbiosis que, en primer lugar, tiene que ser beneficiosa para los seres humanos. Ya sea una ectosimbiosis, habría que ver de qué tipo o de una edosimbiosis, también, de que tipo.
En artículos anteriores habíamos visto que los transhumanistas defienden la idea de una endosimbiosis (mutual o comensal) o sea una fusión entre humanos y tecnologías en cambio los bioconservadores defienden una ectosimbiosis de corte comensal, podemos afirmar que actualmente, estamos viviendo dentro de una ectosimbiosis comensal, ya que las tecnologías son exógenas y se utilizan como herramientas, situación que ha ido cambiando con las tecnologías cognitivas y es especial con el progreso que está teniendo la inteligencia artificial.
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