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Los locus se identificaron gracias al estudio de asociación pangenómica de 7.126 individuos, reunidos por el consorcio de investigadores GOLD (acrónimo inglés de Genética de la obesidad asociada con enfermedad hepática).

Ingrid Borecki, codirector de la División Genómica en la Universidad Washington, en Saint Louis, e investigador principal del trabajo, destaca que “los efectos de las variantes genéticas que hemos hallado en la esteatosis hepática podrían incorporarse a los algoritmos clínicos para mejorar la clasificación de los pacientes con riesgo”. La enfermedad de hígado graso no alcohólico ha aumentado en la sociedad occidental, a la par que la obesidad.
(PLoS Genetics DOI: 10.1371).

Cuando su función está alterada se produce una hiperlipemia que puede conducir a fallo hepático.

Los resultados del trabajo, que se publica en el último número de Science, desvelan en ratones que un determinado grupo de moléculas migran a partir del genoma de células hepáticas durante el día. Uno de los miembros de este grupo, llamado Rev-erb, conduce al resto de moléculas a localizaciones específicas del genoma hepático, muchas de las cuales están relacionadas con la producción de lípidos. De forma paralela, otro conjunto de proteínas, las histonas-desacetilasas 3 (HDAC3), llevan a cabo la construcción de un andamiaje epigenómico para evitar la actividad de genes relacionados con la producción lipídica.

Epigenoma variable
La investigación, que ha estado coordinada por Mitchell Lazar, del Instittuo de Diabetes, Obesidad y Metabolismo del citado centro universitario, desvela que el epigenoma está sujeto a modificaciones diarias, lo que explica en parte por qué la alteración de ritmos circadianos en personas que trabajan por turnos se asocia con cambios metabólicos.
(Science 2011; 331: 1315-1319).

Un amplio ensayo realizado por investigadores de la Universidad de Amsterdam, en Holanda, ha examinado la eficacia de dos técnicas quirúrgicas para tratar la obstrucción intestinal maligna, un síntoma común de los pacientes con cáncer colorrectal, sugiriendo que la endoprótesis de colon preoperatoria no ofrece beneficios claros sobre la cirugía de emergencia. Los hallazgos se publican en la edición electrónica de The Lancet Oncology.

Alrededor del 7 por ciento de los pacientes con cáncer colorrectal presentan una obstrucción intestinal. La cirugía de emergencia es el tratamiento estándar para estos pacientes pero se asocia con una alta morbilidad y mortalidad. Ahora, los científicos coordinados por Paul Fockens, de Amsterdam, ha diseñado un ensayo randomizado para comparar la eficacia clínica de la endoprótesis de colon preoperatoria con la cirugía de emergencia en pacientes con obstrucción maligna de colon del lado izquierdo procedentes de 25 hospitales de Holanda.

Entre 2007 y 2009, 98 individuos fueron asignados a someterse a la técnica de endoprótesis (47 pacientes) o a cirugía de emergencia (51) y se evaluó su estado global de salud en intervalos regulares durante más de seis meses, usando un cuestionario sobre la calidad de vida.

Pacientes seleccionados
En un comentario acompañante que se publica también en The Lancet Oncology, Louis Wong Kee y Todd Baron, de la Clínica Mayo de Rochester, en Estados Unidos, afirman que “los potenciales beneficios de la endoprótesis de colon preoperatoria no son comparables con la tasa de éxito de la técnica del 70 por ciento y una tasa de perforación del 13 por ciento. De momento -añaden- debe llevarse a cabo en pacientes bien seleccionados y en centros con experiencia”.

La relación entre ambos factores fue estudiada a través de adultos americanos mayores de 30 años desde 1982 hasta 2006, período en el que se desarrollaron 6.847 casos de cáncer pancreático entre un millón de participantes. El equipo de científicos fue coordinado por Susan M. Gapstur, de la Sociedad Americana del Cáncer, localizada en Atlanta (Estados Unidos).

El análisis de las cifras de los hombres y de la combinación de mujeres y hombres proporcionó un aumento del riesgo de muerte por cáncer de páncreas, con relevantes diferencias entre los consumidores de tres vasos al día y los de cuatro vasos o más. En el caso de las mujeres, la variación fue importante solo en el caso de las que ingerían cuatro vasos de bebida alcohólica al día.

Tres vasos diarios incrementaron en un 36 por ciento la posibilidad de muerte por este tipo de tumor entre los no fumadores. Entre los que habían fumado alguna vez el riesgo era un 16 por ciento más alto.

Hasta el momento se había relacionado la ingesta de alcohol con diversos tumores, como el de cavidad oral, el de laringe y el de mama, pero nunca con el de páncreas.
Por otro lado, se ha descartado como posible causa del cáncer común de faringe, sexta causa de las muertes mundiales. Mientras sí es susceptible de provocar carcinoma de células escamosas -una probabilidad 9,5 veces mayor en los consumidores de siete bebidas alcohólicas diarias-, no se ha encontrado evidencia de una relación con el adenocarcinoma.