Cafeína frente a la fibrosis hepática.

Pacientes con hepatitis C crónica que toman café con frecuencia presentan formas más leves de fibrosis, según un estudio norteamericano.

Científicos del Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK) de Estados Unidos aseguran que el consumo habitual de cafeína puede ayudar a reducir la fibrosis hepática, según las conclusiones de su investigación, que aparecen publicadas en “Hepatology”.
El estudio incluyó a 177 pacientes con hepatitis C crónica, y se observó que aquellos que consumían diariamente más de 308 miligramos de cafeína -equivalente a 2,25 tazas de café- presentaban fibrosis hepática leve, comprobada mediante biopsia.
Además, y aunque los participantes en el estudio consumieron cafeína a través de diferentes alimentos, el estudio demuestra que sólo con el café se obtuvieron estos efectos terapéuticos.
En concreto, los investigadores evaluaron más en profundidad la cafeína y el café por separado para determinar el efecto individual de cada uno en la fibrosis hepática, observando que el consumo de refrescos con cafeína y el té verde o negro no se asoció a fibrosis hepática reducida.
Sin embargo, el café con cafeína tuvo el efecto más pronunciado sobre la fibrosis hepática reducida, por lo que los autores sugieren que se realicen más investigaciones para determinar si los beneficios protectores del café persisten más allá del consumo diario.
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Menos cánceres colorrectales del lado izquierdo.

Un estudio alemán muestra que la prevalencia de los neoplasias avanzadas en el lado izquierdo del intestino es menor en quienes se han sometido a la prueba en los 10 años previos.

La prevalencia de los neoplasmas colorrectales avanzados del lado izquierdo, que no del derecho, es menor en quienes se han sometido a una colonoscopia en los 10 años previos, según un estudio del Centro de Investigación del Cáncer Alemán en Heidelberg que se publica en el Journal of the National Cancer Institute.

Según los investigadores, la eficacia de la colonoscopia para prevenir el cáncer colorrectal ha sido estudiada, pero las evidencias en la sociedad general son escasas, especialmente con respecto a su localización anatómica.

Los investigadores, dirigidos por Hermann Brenner, realizaron un estudio sobre una muestra de 3.287 personas mayores de 55 años que se sometieron a colonoscopia de cribado. Los antecedentes de colonoscopias previas se obtuvieron mediante cuestionarios estandarizados y se estimó su asociación a la prevalencia de los neoplasmas colorrectales avanzados.

Se detectaron neoplasmas colorrectales avanzados en 308 (un 11,4%) de los 2.701 participantes sin colonoscopias previas en comparación con 36 (un 6,1%) de los 586 participantes que se habían sometido a colonoscopia en los 10 años precedentes. La prevalencia de los neoplasmas colorrectales avanzados del lado izquierdo, pero no del derecho, fue sustancialmente menor en un periodo de 10 años después de la colonoscopia en esta área poblacional.

Según señalan los autores, aunque se han establecido un fuerte efecto protector de la colonoscopia en relación a los neoplasmas colorrectales a través de estudios previos, estos resultados añaden evidencias de que este efecto es mucho más fuerte en el lado izquierdo.

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¿Beber agua tibia reduce las molestias de la colonoscopía?

Beber agua tibia relaja el intestino, alivia las molestias de una colonoscopía y mejora los resultados del procedimiento, indicó un estudio realizado en Corea.
Durante una colonoscopía, se coloca una sonda delgada y flexible por el colon en busca de cáncer o pólipos, que son crecimientos que pueden volverse cancerosos. El procedimiento permite inspeccionar todo el colon y es la herramienta de control más sensible.
Pero existen casos en los que el estudio queda “incompleto” (no se puede examinar todo el colon), lo que puede pasar por alto algunos pólipos pequeños, dijo a Reuters Health J. Kim, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Sungkyunkwan, en Seúl.
En el estudio, el equipo de Kim halló que se podía examinar una mayor superficie del intestino grueso (el 98,4 por ciento) cuando los pacientes bebían antes 2 litros de agua tibia.
En cambio, la colonoscopía permitía estudiar un 90,6 por ciento de la superficie cuando los pacientes bebían 2 litros de agua fría y un 92,2 por ciento cuando no bebían nada, publicaron los autores en American Journal of Gastroenterology.
El equipo comparó los resultados del procedimiento y los niveles de dolor en 64 personas, especialmente hombres, de unos 33 años y sin obesidad. Los participantes bebieron agua tibia, fría o nada junto con la solución de fosfato de sodio que se usa para realizar la colonoscopía.
El 10-11 por ciento de los pacientes de cada grupo había tenido una cirugía abdominal o ginecológica previa. Veintiuna personas que bebieron agua tibia y 17 personas de cada grupo que bebió agua fría o nada tenían síndrome de colon irritable.
Los pacientes habitualmente están sedados durante la colonoscopía para reducir el dolor y las molestias, y permitir así un examen más completo del colon, pero los participantes aceptaron hacerse el procedimiento sin sedación.
El grupo que había bebido agua tibia, en especial los pacientes menores de 40 años o con colon irritable, sintió menos dolor durante y dos horas después de la colonoscopía.
En ese grupo también se introdujo y se retiró más rápidamente la sonda, aunque los espasmos intestinales fueron similares en las tres cohortes.
El equipo sugiere realizar más estudios para determinar cómo el agua tibia modifica el colon y por qué el alivio se mantuvo aún después del procedimiento.
FUENTE: American Journal of Gastroenterology, diciembre del 2009

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H. pylori activa una enzima relacionada con el cáncer de estómago

Científicos estadounidenses han comprobado que la bacteria activa directamente PARP-1, la cual forma parte de la maquinaria celular que se encarga de reparar el ADN dañado.

Una nueva investigación revela que Helicobacter pylori activa directamente una enzima en las células que se asocia a varios tipos de cáncer, entre ellos el de estómago.
Está bien documentado que la infección crónica por H. pylori constituye un factor de riesgo de varios tipos de tumores gástricos, pero no se había determinado por qué mecanismo esta bacteria contribuye al desarrollo del cáncer.
El trabajo, publicado en “Proceedings of the National Academy of Sciences”, es el primero que muestra que un factor producido por la bacteria activa la poli(ADP-ribosa) polimarasa-1 (PARP-1), enzima que se encuentra principalmente dentro del núcleo de las células animales. Se trata de un regulador de la respuesta inflamatoria y de la muerte celular, dos procesos característicos de la infección por H. pylori.
PARP-1 es una parte normal de la maquinaria celular que repara el ADN dañado. Pero en ciertos tipos de cáncer, esta enzima facilita la supervivencia del tumor y socava la acción de la quimioterapia diseñada para dañar el ADN de las células tumorales.
Según el Dr. Seven Blanke, de la Universidad de Illinois (Estados Unidos), el nuevo estudio aborda el problema de salud más urgente relacionado con la infección por H. pylori. “Proporciona un vínculo molecular directo entre la infección y la activación de un factor que sabemos está involucrado en la supervivencia de las células tumorales. Aunque PARP-1 puede ser activada indirectamente como una respuesta celular a algunas infecciones, éste es el primer ejemplo de que una bacteria puede activar PARP-1 directamente, tal vez en este caso como un mecanismo de H. pylori para promover la inflamación y la muerte de las células huésped durante la infección a largo plazo”, concluye.
Ahora los investigadores trabajan en la identificación del factor bacteriano que activa PARP-1, que podría ser una prometedora diana terapéutica.

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Fumar y beber alcohol elevaría riesgo cáncer estómago y esófago

Un nuevo estudio confirma que fumar eleva el riesgo de desarrollar los principales cánceres esofágicos y estomacales.
En tanto, beber alcohol tendría los mismos efectos negativos, pero algo más leves.
En un estudio sobre más de 120.000 adultos holandeses realizado durante 16 años, los autores hallaron que fumar aumentaba entre el 60 y el 263 por ciento el riesgo de desarrollar los dos tipos principales de cánceres estomacales y esofágicos.
El alcohol, en cambio, potenciaba sólo el riesgo de desarrollar carcinoma de células escamosas en el extremo superior del esófago.
Quienes al principio del estudio bebían más de 30 gramos de alcohol por día (dos o tres copas de vino) eran casi cinco veces más propensos a desarrollar el cáncer que los abstinentes.
Los resultados, publicados en la revista Gut, respaldan las recomendaciones de beber con moderación y de dejar (y preferentemente, nunca comenzar) de fumar.
Según el equipo de Jessie Steevens, de la Universidad Maastricht, en Holanda, el estudio sugiere también que fumar y beber alcohol no explicarían las variaciones en los cánceres esofágicos y estomacales en los países occidentales.
En las últimas décadas, la tasa de adenocarcinoma esofágico, la otra forma principal de cáncer de esófago, creció en Estados Unidos y en Europa. Una tendencia similar se observó en el adenocarcinoma cardiogástrico.
La mayoría de los cánceres estomacales son adenocarcinomas, que crecen en la pared estomacal; los adenocarcinomas cardiogástricos y no cardíaco son los dos tipos que existen.
Pero, dado que el alcohol no está asociado con ninguno de esos cánceres, la modificación de los hábitos no explica esos aumentos. Tampoco lo hace el tabaquismo, ya que su consumo no creció en los países occidentales.
“Por lo tanto, sugerimos orientar los próximos estudios hacia otros factores de riesgo de los subtipos de cáncer (esofágico) y gástrico para explicar esos aumentos”, escribió el equipo.
Los resultados surgen de un estudio de largo plazo sobre 120.852 holandeses de entre 55 y 70 años al inicio del estudio, en 1986. Entonces, respondieron cuestionarios sobre la dieta y otros hábitos.
En los 16 años siguientes, 491 desarrollaron adenocarcinoma estomacal no cardíaco y a 164 se les diagnosticó un adenocarcinoma cardíaco. Otros 107 desarrollaron carcinoma esofágico de células escamosas y 145, adenocarcinoma esofágico.
Las personas que al inicio del estudio habían respondido que fumaban tuvieron más riesgo de desarrollar los cuatro cánceres que los que nunca habían fumado.
Los ex fumadores también tenían ese aumento del riesgo, aunque menos que los fumadores (un 40 por ciento para cada cáncer), comparados con los que nunca habían fumado.
El carcinoma esofágico de células escamosas fue el único cáncer que reunió al tabaquismo y al consumo de alcohol entre sus factores de riesgo.
Los fumadores que bebían más de una copa o dos de vino por día eran ocho veces más propensos a desarrollar el cáncer que los no fumadores que bebían poco o nada de alcohol.
Según los autores, no se observó ese efecto “sinérgico” en los otros tres cánceres.
Otros factores de riesgo conocidos o sospechados de cáncer estomacal son los antecedentes familiares de la enfermedad, la dieta rica en alimentos salados, ahumados o encurtidos, y la infección con la bacteria ulcerosa H. pylori (aunque la mayoría de los infectados nunca desarrollan cáncer).
Otros factores de riesgo del cáncer esofágico son la obesidad y el reflujo crónico. Los hombres sufren cánceres estomacales y esofágicos con más frecuencia que las mujeres.
FUENTE: Gut, enero del 2010

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