El descubrimiento de un gen da pistas sobre la enfermedad de Crohn y la colitis

La gente que tiene afecciones intestinales dolorosas y crónicas como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerativa podrían ver un atisbo de esperanza en una investigación reciente.
Los científicos aseguran haber detectado una falla genética que podría causar una forma infantil poco común de colitis. El hallazgo podría tener implicaciones para una gama más amplia de enfermedades conocidas en conjunto como enfermedad inflamatoria del intestino (EII).
El análisis genético de nueve niños que tenían una forma grave de colitis de aparición temprana halló mutaciones de dos genes que producen receptores celulares para interleuquina 10, una proteína que controla la respuesta inflamatoria del organismo, según un informe publicado en la New England Journal of Medicine (NEJM).
Según el informe, en un caso, un trasplante de médula ósea eliminó la enfermedad del niño.
Cerca de un millón de estadounidenses se les ha diagnosticado EII, que incluye colitis ulcerativa y enfermedad de Crohn. Estas afecciones consisten en una inflamación persistente del tracto intestinal que puede causar ataques de diarrea, sangrado rectal y otros síntomas.
El estudio no es el primero en relacionar la interleuquina 10 con EII, anotó Alejandro A. Schaffer, investigador del estudio y científico de planta del Centro Nacional de Información Biotecnológica (National Center for Biotechnology Information). Estudios anteriores en animales y humanos condujeron a ensayos de tratamiento con interleuquina 10 y no fueron exitosos. Sin embargo, un estudio reciente señala que podría haber algunos subconjuntos de pacientes adultos que tienen cantidades insuficientes de interleuquina 10. Se sugiere que podría haber un subconjunto de pacientes que vale la pena identificar y tratar de manera diferente.
“Estamos muy emocionados con este descubrimiento”, señaló el Dr. Erik-Oliver Glocker, autor líder del estudio e investigador de postdoctorado del Colegio Universitario de Londres en el Reino Unido.
El estudio, llevado a cabo en centros de Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos, identificó dos genes mutados para las moléculas que permiten que la interleuquina 10 actúe en las células. Estas mutaciones podrían tener consecuencias graves”, aseguró Glocker. “Si se tiene una mutación en el receptor, la interleuquina 10 no funciona y el sistema inmunológico presenta un desequilibrio.
Se hicieron varias evaluaciones para hallar personas jóvenes con esta falla genética específica, aseguró Glocker. La enfermedad generalmente surge posteriormente en la vida y “en pacientes de mayor edad, podría ser diferente”, dijo.
“Ha habido varios estudios genéticos diferentes sobre enfermedad de Crohn y siempre han hallado genes que podrían estar implicados”, aseguró Glocker. “Quizá podamos evaluar a los pacientes adultos para los genes que hemos descrito y pensamos en un tratamiento similar. Si tiene esta mutación, quizá sea adecuado para un trasplante de médula ósea”.
Sin embargo la EII de los adultos es una afección compleja, genéticamente hablando, agregó.
“El problema es que en los que padecen la enfermedad de Crohn, la causa de la dolencia no se entiende muy bien”, señaló Glocker. “En los pacientes que tuvimos, conocemos las proteínas, los genes y sus funciones, eso hace que el tratamiento, un trasplante de médula ósea, sea mucho más fácil. No estamos seguros de que un trasplante deba ser considerado en los pacientes adultos de Crohn”.
Algunas de las variantes de los demás genes han sido detectadas en pacientes de EII, aseguró Schaffer. “No estamos diciendo nada sobre esos pacientes, a menos que también tengan la variante de interleuquina 10”, dijo.
NEJM: http://content.nejm.org/

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Asocian antiinflamatorios con menor mortalidad por cáncer colon

Las mujeres que consumen antiinflamatorios no esteroides (AINE) tienen mejor supervivencia tras el diagnóstico de cáncer de colon.

Durante el 2007, se diagnosticaron en Estados Unidos unos 112.340 casos de cáncer de colon y 41.420 de cáncer rectal, lo que transforma a los tumores colorrectales en el tercer cáncer con más frecuencia en hombres y mujeres estadounidenses.

El uso regular y prolongado de aspirina u otro AINE (ibuprofeno o naproxeno) reduce el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal, pero hasta ahora no se identificó un aumento de la supervivencia asociado con el consumo de ese tipo de fármacos.

Para investigarlo, el equipo del doctor Jason A. Zell, de la University of California en Irvine, analizó datos de 621 mujeres participantes de un estudio que tenían cáncer colorrectal.

Antes del diagnóstico, el 64 por ciento no usaba AINE con regularidad, el 17 por ciento los usaba entre uno y seis días por semana y el 20 por ciento, diariamente. El 17 por ciento de las mujeres había consumido AINE durante menos de cinco años y el 18 por ciento, cinco años o más.

El equipo estudió a las mujeres desde el día del diagnóstico hasta su muerte o el 31 de diciembre del 2005, lo que representó un seguimiento promedio de 3,4 años.

Los autores hallaron que el consumo regular de AINE antes del diagnóstico de cáncer colorrectal (una a tres veces por semana; cuatro a seis veces por semana, o todos los días) estuvo asociado con un 42 por ciento menos riesgo de morir por el cáncer que el consumo no regular.

El uso habitual de AINE previo al diagnostico estuvo asociado con una mayor supervivencia y el consumo habitual durante cinco años o más estuvo relacionado con una mayor supervivencia general y específica por la enfermedad.

Si otros estudios los confirman, los resultados tendrían “efectos importantes para prevenir el cáncer”, señalaron los autores en la revista Cancer.

Zell dijo a Reuters Health que varios ensayos clínicos sobre prevención del cáncer colorrectal con AINE están en las últimas etapas de desarrollo.

“Esperamos que proporcionen recomendaciones definitivas para reducir el riesgo de desarrollar un nuevo cáncer colorrectal en los sobrevivientes de la enfermedad”, señaló el autor.

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¿Cuánto dura la protección de la vacuna contra la hepatitis B?

La vacuna para la hepatitis B, que se administra para proteger contra la infección con un virus que causa daño hepático severo y cáncer, protegería por más de dos décadas, según reveló un nuevo estudio.

En 1981, el equipo del doctor Brian J. McMahon, del Centro Médico Nativo de Alaska, en Anchorage, dio a más de 1.500 adultos nativos de Alaska y a niños de más de 6 meses de edad tres dosis de la vacuna contra la hepatitis B.

Antes de que se aprobara la inmunización en Estados Unidos en 1981, uno de cada 12 adultos nativos de Alaska se infectaba con el virus.

En el 2003, el equipo controló a casi 500 de los participantes que recibieron las inyecciones y observó quién aún mostraba evidencia de cierta respuesta inmune. Las pruebas de sangre revelaron que más de la mitad de esos sujetos (el 60 por ciento) todavía tenía inmunidad considerable al virus.

Para evaluar si el otro 40 por ciento era inmunes, se les aplicó una dosis de refuerzo de la vacuna, para estimular la infección. La mayoría de las personas -más del 80 por ciento- presentó respuesta.

En general, los expertos estiman que más del 90 por ciento del grupo original estaba protegido. No hubo infecciones con hepatitis B a largo plazo en la cohorte, lo que además sugiere un alto nivel de protección, señaló el equipo en Journal of Infectious Diseases.

Los autores concluyeron que, “a la luz de la fuerte evidencia que presentamos aquí, las dosis de refuerzo de la hepatitis B no son indicadas actualmente”.

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Los medicamentos para el intestino irritable podrían elevar el riesgo de cáncer

Investigadores señalan que el uso a largo plazo de tiopurinas amerita más estudio.

El uso de tiopurinas para tratar la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) aumenta el riesgo de cánceres relacionados con la infección viral, de acuerdo con un estudio reciente.

La EII incluye la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa Las tiopurinas se utilizan para suprimir el sistema inmunológico con el fin de mantener la remisión en pacientes de EII.

Para este estudio, investigadores franceses analizaron los datos de 19,486 pacientes de EII (el 60 por ciento tenía la enfermedad de Crohn y el 40 por ciento colitis ulcerosa o EII indeterminada) a los que dieron seguimiento durante una media de 35 meses.

Al comienzo del estudio, el treinta por ciento de los pacientes tomaba tiopurinas, el catorce por ciento las había descontinuado y el 56 por ciento nunca las había tomado. Durante el estudio, 23 pacientes desarrollaron trastornos linfoproliferativos malignos (LD, por sus siglas en inglés), cánceres asociados con una infección viral, particularmente los relacionados con la infección por virus Epstein Barr (EBV).

De los 23 pacientes con LD, 22 tenían linfoma de no Hodgkin y uno linfoma de Hodgkin. Las tasas de incidencia de la LD eran de 0.90 por 1,000 pacientes-años entre los que recibieron tiopurinas, de 0.20 por 1,000 pacientes-años entre los que descontinuaron el medicamento, y de 0.26 por 1,000 pacientes-años entre los que nunca tomaron tiopurinas.

Los investigadores calcularon que los pacientes de EII que tomaban tiopurinas experimentaron un incremento de más de cinco veces en el riesgo en comparación con los que nunca habían recibido este medicamento. Los pacientes mayores, los hombres y los que habían tenido EII durante más tiempo también estaban en mayor riesgo de trastornos linfoproliferativos malignos.

“Al extrapolar nuestros resultados, el riesgo acumulado absoluto de (trastornos linfoproliferativos malignos, LD) entre los pacientes jóvenes que tomaron tiopurinas durante un periodo de diez años siguió siendo bajo (menos de uno por ciento), por lo que no socava la razón riesgo-beneficio positiva de estos medicamentos. Para los pacientes mayores y los que tuvieron un periodo de tratamiento ilimitado, la cuestión se debería abordar en estudios dedicados”, escribieron Laurent Beaugerie, profesor del Hospital Saint-Antoine de París, y colegas.

El estudio se publicó en la edición en línea del lunes y aparecerá en la próxima edición impresa de la revista The Lancet Oncology.

“Aunque reconocemos el ligero incremento en el riesgo de linfoma, estos agentes seguirán siendo probablemente uno de los puntos principales del tratamiento. No obstante, los médicos deben ser cautelosos cuando se necesite de una inmunosupresión profunda y prolongada para controlar la enfermedad”, escribieron en un editorial acompañante el Dr. Geert D’Haens, del Centro de Investigación Clínica GI Imelda y el Hospital Universitario Gasthuisberg en Bélgica, y el Dr. Paul Rutgeerts, del Hospital Universitario Gastuisberg.

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Unas tazas de café por día ayudan contra enfermedades del hígado

Las personas que sufren de hepatitis C crónica u otras enfermedades hepáticas en un estado avanzado, que consuman al menos tres tazas de café diarias reducen en 53% el riesgo de que evolucione la enfermedad con respecto a los pacientes que no lo consumen, reveló el estudio llevado a cabo por el estadounidense Neal Freedman, miembro del Instituto Nacional estadounidense de Cáncer (NCI).
Para la investigación, 766 personas con hepatitis C sin respuesta a los tratamientos con antivirales fueron interrogados sobre su consumo diario de café.
Cada tres meses y durante casi cuatro años, estos pacientes fueron sometidos a biopsias para determinar la evolución de la enfermedad.
“Hemos observado que la evolución de la enfermedad era inversamente proporcional al consumo de café”, explicó Freedman.
Una de las hipótesis sobre las razones por las cuales el café detendría la evolución de la enfermedad es que reduciría los riesgos de padecer diabetes mellitus tipo 2, frecuentemente asociado con enfermedades hepáticas o inflamaciones, como posibles causas de fibrosis y cirrosis del hígado.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre tres y cuatro millones de personas contraen hepatitis C cada año y en el 70% de los casos, la enfermedad se vuelve crónica y puede provocar cirrosis o cáncer del hígado.

Fuente: Washington, octubre  21/2009 (AFP)

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