Aspirina combate cáncer colorrectal

Científicos de Europa aseveran que una dosis de aspirina diariamente reduce a la mitad el riesgo de padecer cáncer colorrectal en las personas con susceptibilidad genética a esa localización de tumor maligno.
El descubrimiento podría llevar a otros tratamientos al ayudar a los investigadores a entender cómo es que la aspirina combate el cáncer colorrectal, uno de los tres tipos de tumores oncogénicos más recurrentes en los países desarrollados.
Dicho estudio fue realizado a más de mil personas con el síndrome de Lynch, una mutación genética que los hace vulnerables a diferentes tipos de cáncer como el colorrectal, estómago, cerebro, hígado o cervicouterino, entre otros.
El referido síndrome es el causante de casi el 5% de todos los casos de cáncer colorrectal.
Casi la mitad de los participantes en el estudio recibieron 600 miligramos, o dos píldoras de aspirina diariamente, mientras la otra mitad solo tomó pastillas con sustancias inertes, o placebo, durante cuatro años.
En el grupo que consumió aspirina, seis personas desarrollaron cáncer colorrectal, mientras en los que ingirieron pastillas con placebos, 16 desarrollaron la enfermedad.
Aseveran los investigadores las ventajas de este fármaco, que después de cuatro años de dejarlo de tomar, el efecto continúa.
Los resultados del estudio fueron expuestos recientemente en Berlín en una junta con la Organización Europea para el Cáncer y la Sociedad Europea de Medicina Oncológica.
Las aspirinas pueden tener efectos secundarios graves si no se utilizan bajo prescripción facultativa, entre ellos puede irritar el estómago y los intestinos y causar hemorragias.
Otros estudios han descubierto que los pacientes que tienen cáncer colorrectal y reciben tratamiento de quimioterapia y cirugía, pueden reducir el riesgo de muerte hasta 30% si consumen aspirina.

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Relacionan el mercurio en el pescado con la hipertensión

El líder de una investigación reciente señala que, aunque el estudio relaciona el mercurio de los mariscos con la hipertensión, no es suficiente razón para que la gente deje de comer pescado.

“El pequeño aumento en la presión arterial por metilmercurio nunca superará los beneficios de los ácidos grasos omega 3”, aseguró el Dr. Eric Dewailly, profesor del departamento de medicina preventiva y social de la Universidad de Laval en Québec y autor líder de un informe que aparece en la edición del 5 de octubre de Hypertension.

Las dietas ricas en ácidos grasos omega 3 por pescado graso, como sardinas grasosas, arenque, trucha y salmón, se han relacionado en muchos estudios con menor riesgo de muerte por ataque cardiaco, accidente cerebrovascular y otras enfermedades cardiovasculares. La American Heart Association recomienda comer dos veces a la semana entre 113 y 170 g (4 a 6 onzas) de ese tipo de pescado.

Pero debido a que el pescado puede contener niveles elevados de metilmercurio, que puede interferir con el desarrollo normal del sistema nervioso y el cerebro de los recién nacidos, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos recomienda a las mujeres embarazadas, a las que quieren quedar embarazadas, a las lactantes y a los niños que reduzcan su ingesta de pescado.

Las directrices de la FDA limitan la ingesta de pescado bajo en mercurio para esos individuos a 340 g (12 onzas) a la semana y de pescado rico en mercurio a porciones de 170 g (6 onzas) al mes. La FDA también recomienda evitar el pescado con más probabilidades de elevar los niveles de mercurio, tales como tiburón, pez espada, macarela rey o blanquillo.

A primera vista, el estudio canadiense parece agregarle la hipertensión a la lista de problemas relacionados con el metilmercurio en el pescado. Dewailly y sus colegas realizaron una encuesta de residentes esquimales de 14 comunidades de Nunavik en el norte de Québec, en donde la dieta tradicional se basa en el pescado y en mamíferos marinos.

También hallaron que el nivel promedio de mercurio en sangre de 50 nM/l de sangre era mucho más elevado que el nivel de 4 nM/l de la población general. También hallaron una relación entre los niveles de mercurio en sangre y la presión arterial luego de ajustar otros factores, como el tabaquismo y la actividad física.

Los estudios han señalado que la exposición al mercurio del ambiente puede afectar el endotelio, el recubrimiento delicado de los vasos sanguíneos, y reducir la capacidad de los músculos lisos para relajarse, lo que puede explicar el ligero aumento en la presión arterial observado en el estudio, señaló Dewailly.

No fue un gran efecto, dijo. “Por cada diez por ciento de aumento en el nivel de mercurio en sangre, hay un aumento de 0.2 mmHg en la presión arterial”, dijo Dewailly. “Incluso si eso se aplica a la población general, el efecto es mínimo”.

Entonces, un aumento del diez por ciento en el mercurio en sangre elevaría una lectura de presión arterial de 120/80 a 120.2/80, indicó Dewailly Esa no es ninguna razón para evitar el pescado “si se toman en cuenta los informes sobre nutrientes del pescado que lo relacionan con tantos beneficios”, dijo.

De todos modos, es importante consumir la cantidad adecuada de pescado, de las especies grasas, recomendó Dewailly. Cualquiera preocupado por la presión arterial debe evitar el pescado que tenga niveles bajos de ácidos grasos omega 3 y alto contenido de mercurio, como los pescados depredadores grandes (tiburón, pez espada o pez aguja), dijo.

Otro experto estuvo de acuerdo.

“Muchos estadounidenses pueden disfrutar del pescado como parte habitual de su dieta para lograr los beneficios para la salud de los ácidos grasos omega 3”, aseguró Penny Kris-Etherton, profesora distinguida de nutrición de la Universidad Estatal de Pensilvania y miembro del Consejo sobre metabolismo de la nutrición y del Comité de actividad física de la American Heart Association, AHA.

“Esto incluye el atún ligero enlatado, que contiene significativamente menos mercurio que el atún blanco”, dijo en una declaración.

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La dieta mediterránea podría ayudar a prevenir la depresión

Un estudio español observa una menor incidencia.

En un estudio español, las personas que seguían la dieta mediterránea, un régimen alimentario que es rico en frutas, verduras, granos integrales, pescado y frutos secos, eran menos propensas a desarrollar depresión.

“Hablamos de una reducción relativa en el riesgo de entre 42 y 51 por ciento”, apuntó el coautor del estudio, el Dr. Miguel A. Martínez González, presidente de medicina preventiva de la Universidad de Navarra. “Se trata de una asociación sólida”.

La dieta mediterránea por lo general se recomienda para reducir el riesgo de ataque cardiaco, accidente cerebrovascular y otros problemas cardiovasculares. Este estudio, que aparece en la edición de octubre de la revista Archives of General Psychiatry, es uno de los pocos que evalúan su efecto sobre la función mental.

Los investigadores españoles dieron seguimiento a más de 10,000 adultos sanos que completaron cuestionarios entre 1999 y 2005. Ninguno sufría de depresión al inicio del ensayo. Su adhesión a la dieta mediterránea se midió al evaluar nueve componentes, como una baja ingesta de carne, una ingesta moderada de alcohol y productos lácteos, y un alto consumo de frutas, frutos secos, cereales, verduras y pescado.

Tras un seguimiento promedio de 4.4 años, la incidencia general de depresión para los que seguían más de cerca la dieta era treinta por ciento más baja que para aquellos que ignoraban más las reglas dietéticas. Se relacionó unos índices de depresión aún menores con la ingesta de elementos específicos de la dieta mediterránea, tales como frutas, verduras y aceite de oliva.

Hay varias explicaciones posibles para el efecto protector reportado, dijo Martínez González. La dieta mediterránea mejora la función del endotelio, el delicado revestimiento interno de los vasos sanguíneos, que tiene que ver con la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), una molécula que es responsable por el crecimiento y función de las células nerviosas, apuntó. “Se piensa que la disfunción del FNDC es responsable de algunos casos de depresión”, dijo Martínez González.

Además, el aceite de oliva mejora la vinculación de la serotonina con sus receptores “y la serotonina es un neurotransmisor clave en la depresión”, señaló. “De hecho, el Prozac funciona al aumentar la disponibilidad de serotonina en el cerebro”.

Y los ácidos grasos omega 3 que se encuentra en algunos pescados podría ayudar a mejorar la función del sistema nervioso central, apuntó Martínez González. “Todos estos mecanismos podrían llevar a una mejor función cerebral y una mayor resistencia para enfrentar mejor las frustraciones cotidianas, controlar el estrés y cosas así”, dijo.

Pero Martínez González no recomienda que la gente diagnosticada con depresión intente detenerla mediante la adopción de esta dieta. “La dieta mediterránea podría ser ideal para la prevención de la depresión, pero no para su tratamiento”, aclaró. “Lo mejor que los pacientes que ya tienen depresión pueden hacer es buscar un tratamiento médico adecuado con un psiquiatra”.

“Ver estos resultados no es sorprendente”, apuntó el Dr. David Mischoulon, profesor asociado de psiquiatría de la Facultad de medicina de la Harvard. “Es lo que esperaríamos ver en base a la información previa. Se trata de un cuerpo de trabajo de mucho tamaño en la literatura psiquiátrica que señala que componentes de la dieta mediterránea, al verse por separado, tienen tal efecto”.

Mischoulon concurrió en que no recomendaría la dieta como tratamiento para la depresión existente. “Una persona con un episodio de depresión necesita una intervención más directa y dirigida”, apuntó.

Pero el estudio añade un motivo más para adoptar la dieta mediterránea, subrayó Mischoulon. “Si se tiene un antecedente familiar de depresión y resulta preocupante, una dieta como esta probablemente sería un buen lugar para comenzar”, dijo.

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¿El estrógeno ayuda a mujeres a sobrevivir al cáncer de colon?

El estrógeno extendería la supervivencia de las mujeres con cáncer colorrectal avanzado, sugirió un estudio publicado en Clinical Cancer Research.

Las mujeres más jóvenes, quizás premenopáusicas, vivieron más después del diagnóstico de cáncer de colon con metástasis que los hombres de la misma edad y las mujeres mayores de 55 sobrevivieron menos que los hombres con la misma enfermedad, halló el equipo del doctor Heinz-Josef Lenz, de la Escuela de Medicina Keck en Los Angeles.

Los resultados, sostuvieron los autores, aportan evidencias sólidas de que la salud hormonal (si una mujer pasó la menopausia, usa anticonceptivos orales o terapia de reemplazo hormonal) es un factor clave para determinar la suerte de las mujeres con cáncer de colon.

Las mujeres tienen menos riesgo de desarrollar cáncer de colon que los hombres, señaló el equipo, mientras que los estudios que demostraron que la terapia de reemplazo hormonal y los anticonceptivos orales reducen el riesgo de cáncer de colon sugieren que el estrógeno sería la causa.

Para investigar si la salud hormonal también influiría en la supervivencia, el equipo analizó las historias clínicas de casi 53.000 personas con cáncer de colon con metástasis, diagnosticado entre 1988 y el 2004.

Para las mujeres de entre 18 y 44 años, la supervivencia promedio después de ese primer diagnóstico fue de 17 meses, comparado con los 14 meses entre los hombres de la misma edad. Para los pacientes mayores de 55, la supervivencia promedio fue de siete meses para las mujeres y nueve meses para los varones.

Los afroamericanos y los nativos registraron la peor supervivencia de todos los grupos étnicos, mientras que a los hispanos y a los asiáticos americanos les fue mejor que a los blancos.

Pero dentro de los grupos étnicos, las mujeres sobrevivían más que los hombres. “Es una imagen muy consistente de la realidad”, dijo Lenz.

El equipo halló también que la supervivencia comenzó a mejorar para las mujeres jóvenes después del 2000, cuando aparecieron nuevos tratamientos agresivos, como Avastin (bevacizumab). Pero en los hombres jóvenes se mantuvo igual, lo que sugiere que esas medicinas serían más beneficiosas para las mujeres, explicó el equipo.

Darles estrógeno a las mujeres con cáncer colorrectal “sería algo obvio, pero no lo más inteligente”, dijo Lenz, sin olvidar que el estrógeno puede promover el cáncer de mama y otros riesgos para la salud.

En cambio, agregó, los investigadores deberían analizar cómo la hormona influiría el desarrollo tumoral. Comprender esas vías daría claves para otros tratamientos, indicó Lenz.

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Una evaluación mejorada para la ictericia puede proteger a los recién nacidos

Un estudio halla que las pruebas generalizadas ayudarían a prevenir los casos graves que pueden conducir al daño cerebral.

Una investigación reciente sugiere que una prueba de sangre en bebés podría detectar a muchos de los que están en riesgo grave de ictericia, una afección potencialmente peligrosa.

La prueba mide los niveles de un pigmento biliar llamado bilirrubina. El organismo produce bilirrubina cuando recibe células sanguíneas viejas. Los investigadores han notado que los niveles elevados se relacionan con la ictericia.

En algunos casos inusuales, la ictericia grave conduce a convulsiones a daño cerebral. La afección hace que la piel del recién nacido y la esclerótica tengan un aspecto amarillento, según la información de respaldo proporcionada en un comunicado de prensa de la Universidad de California en San Francisco y Kaiser Permanente.

En un estudio reciente, que aparece en la edición de octubre de Pediatrics, los investigadores hallaron que los niveles elevados de bilirrubina pueden indicar que la ictericia podría estar en riesgo de ser grave.

“Aunque sabemos que la detección precoz de los niveles de bilirrubina antes de alcanzar niveles tóxicos es importante, la evaluación de la bilirrubina no ha sido generalizada y los médicos han decidido a cuáles bebés examinar según el grado de la ictericia y factores clínicos de riesgo”, señaló en un comunicado de prensa el Dr. Michael Kuzniewicz, autor del estudio y neonatólogo de la Universidad de San Francisco y del hospital infantil de la misma ciudad.

Los investigadores examinaron cómo la implementación de las directrices de evaluación de la Academia Estadounidense de Pediatría afectaba a los bebés recién nacidos de los centros de salud del norte de California operados por Kaiser Permanente. Las directrices recomiendan que cada recién nacido sea sometido a una prueba de bilirrubina en sangre o a una evaluación.

“Este estudio ofrece evidencias de que la evaluación generalizada durante la hospitalización posterior al nacimiento es un método más efectivo para monitorizar los niveles de bilirrubina para evitar que aumenten al punto que dañen el cerebro de un bebé”, agregó Kuzniewicz.

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