Tratar con éxito hemorragias digestivas sin necesidad de cirugía.

La Enteroscopia de Doble Balón ofrece además la ventaja de que permite tratar de forma inmediata una lesión en el intestino delgado tras su detección.
La Enteroscopia de Doble Balón (EDB), una nueva técnica para detectar y tratar sin cirugía lesiones en el intestino delgado, resulta altamente eficaz, según constata un estudio llevado a cabo por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBERehd), adscrito al Hospital Clínic de Barcelona.
El trabajo, dirigido por el Dr. Josep Llach, jefe de sección de endoscopia digestiva del Hospital Clínic, mostró no sólo que hasta un 60% de los 40 participantes pudo ser asistido endoscópicamente, sino sobre todo que el uso de la EDB es útil en el tratamiento de los pacientes que presentan hemorragia digestiva de origen indeterminado.
Además, como explica el Dr. Llach, “la principal ventaja del nuevo método es que al detectar una lesión en el intestino delgado podemos tratarla de forma inmediata”. Todo ello sin olvidar su rentabilidad en combinación con otros métodos de exploración digestiva, caso de la cápsula endoscópica, que permite obtener imágenes del intestino delgado aunque no tratar las lesiones detectadas. La enteroscopia se aplica tras una primera exploración, una vez detectado el origen de la hemorragia.
Según el Dr. Llach, los beneficios de la nueva técnica superan ampliamente sus costes – a los que se suma que cada aplicación tiene un coste en material desechable de unos 1.200 euros–, ya que “evitar la cirugía es muy importante, sobre todo en personas mayores, quienes corren mayores riesgos en el quirófano”.

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Efecto de Lactobacillus casei DN-144 001 en la incidencia y la duración de los episodios de diarrea en niños.

El consumo de leche fermentada con Lactobacillus casei DN-144 001 se asocia con una disminución significativa de la duración de los episodios de diarrea en los niños.

La diarrea infecciosa, ya sea de etiología bacteriana o vírica, se corresponde con un trastorno que afecta fundamentalmente a los niños pequeños, muy especialmente a los que acuden a guarderías. Así, las evidencias recogidas en la literatura muestran, por una parte, que la incidencia de diarreas es hasta 17 veces superior en niños menores de 36 meses que en aquellos mayores de 6 años y, por otra, que la incidencia es muy superior entre los niños que acuden a las guarderías cuando se comparan con aquellos que, de edades similares, permanecen en sus hogares.

En este contexto, debe tenerse en cuenta que los procesos de tipo infeccioso con diarrea conllevan necesariamente a una superación de las 3 líneas de defensa del tracto intestinal –microflora, epitelio y sistema inmune digestivo–, razón por la que la diarrea constituye un modelo pertinente a la hora de evaluar los efectos clínicos de Actimel® (producto con leche fermentada que, además de las bacterias clásicas del yogur, caso de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, contiene Lactobacillus casei DN-114001, fermento exclusivo patentado por Danone) en el sistema inmune natural de organismo.

Diseño del ensayo
Por todo ello, y con el objetivo de evaluar el efecto de L. casei DN-144 001 sobre el número de episodios de diarrea, su duración y gravedad, C.A. Pedone y cols. (Int J Clin Pract 1999;53(3):179) llevaron a cabo un estudio con 287 niños de 12 guarderías de Val Marne (Francia) y edades comprendidas entre los 6 y los 36 meses. De acuerdo con el diseño del estudio, los participantes, completamente sanos y sin problemas de malabsorción, alergia o intolerancia a los lácteos, fueron incluidos aleatoriamente en 3 grupos: yogur, leche coagulada o L. casei DN-144 001.

Durante los 6 meses de seguimiento, período durante el cual los menores de 18 meses recibieron 1 producto lácteo diario por 2 de los mayores de la referida edad, los autores evaluaron cualquier eventualidad que afectara a la salud de los niños –trastornos digestivos, infecciones infantiles, episodios febriles, etc.–, prestando una especial atención a los episodios de diarrea aguda, su duración y severidad.

Reducción de los episodios
Por lo que respecta a los resultados, el 26% de los participantes presentó episodios de diarrea, si bien sólo un 16% de los mismos sufrió más de un episodio. Así, y por lo que respecta a la incidencia de los episodios, no se establecieron diferencias significativas entre los 3 grupos: 23,3%, 28,3% y 26,4% de los niños de, respectivamente, las ramas de L. casei DN-144 001, yogur y leche coagulada. Sin embargo, debe referirse que estudios publicados previamente en la bibliografía, así como el posterior trabajo desarrollado por Pedone y cols. (Int J Clin Pract 2000;54(9):568- 571), han confirmado la asociación de la administración de suplementos de leche fermentada con L. casei DN-144 001 con una menor incidencia de episodios.

Menor duración
Por el contrario, la duración de los episodios fue significativamente menor en el grupo de L. casei DN-144 001 (4,3 ± 2,7 días versus 5,3 ± 5 días en el grupo de yogur y vs 8 ± 5,3 días en el de leche coagulada). Por su parte, el período de normalización, esto es, el tiempo requerido para que las deposiciones recuperasen su consistencia normal tras el ataque agudo de diarrea fue más corto en el grupo de L. casei DN-144 001 (1,2 ± 1,0 días versus 2,0 ± 1,6 días en el grupo de yogur y 2,6 ± 2,4 días en el de leche coagulada).

En definitiva, como concluyen los investigadores, “los resultados muestran que el consumo de leche fermentada con L. casei DN-144 001 reduce de forma significativa la duración de los episodios de diarrea en los niños”.
Riesgo de diarrea hasta la edad adulta

En el momento del nacimiento, el tracto intestinal del bebé se encuentra prácticamente libre de gérmenes, una condición que variará progresivamente hasta alcanzar el complejo modelo de microflora adulta con su enorme diversidad.

Las bacterias que conforman la flora intestinal se adquieren a través del contacto con elementos externos –entre otros, los alimentos y el agua–, y su estabilidad depende de diversos factores, entre otros el tipo de dieta o la acidez estomacal. Así, y de forma progresiva, se constituye un complejo y equilibrado ecosistema, fundamental para la digestión de alimentos, la asimilación de nutrientes y la producción de vitamina K, así como para evitar la entrada de gérmenes patógenos y estimular las defensas.

Sin embargo, hasta que se complete la formación y maduración de la flora intestinal, los episodios de diarrea aguda serán muy frecuentes en niños.

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Un estudio halla un posible indicador genético del cáncer colorrectal.

Expertos señalan que si el método de evaluación se perfecciona podría facilitar la detección de la enfermedad
Científicos señalan que podrían estarse acercando al desarrollo de una prueba genética para el cáncer colorrectal que permitiría identificar quién necesita una exploración más avanzada del colon.

En un estudio que se publica esta semana, un equipo internacional de investigadores informa que han encontrado una señal de advertencia genética que indica la presencia de cáncer más de la mitad de las veces.

La investigación está en sus fases preliminares. Pero la “genética molecular será probablemente el futuro de la evaluación del cáncer colorrectal”, vaticinó el Dr. Jerald Wishner, especialista en cáncer.

La American Cancer Society calcula que cada año se diagnostican 106,100 casos nuevos de cáncer de colon y 40,870 casos de cáncer rectal en Estados Unidos. Se pronostica que este año morirán cerca de 50,000 personas a causa de estas enfermedades.

La tasa de mortalidad se ha reducido en las últimas dos décadas, posiblemente como resultado de una mejor detección. Sin embargo, las colonoscopias, que buscan pólipos sospechosos, con frecuencia omiten algunos tumores.

Entre otras cosas, es probable que las colonoscopias no detecten pólipos pequeños y su éxito depende de la habilidad de la persona que realiza el procedimiento, apuntó Wishner, director del programa de cáncer colorrectal del Hospital Northern Westchester en Mount Kisco, Nueva York.

Hay otros desafíos. El costo hace que algunas personas eviten las colonoscopias, y no existen suficientes gastroenterólogos que realicen todas las que sean necesarias, señaló el Dr. Scott Kopetz, profesor asistente en el Departamento de oncología médica gastrointestinal del Centro Oncológico M.D. Anderson de la Universidad de Texas.

Además, dijo que las personas evitan las colonoscopias por los inconvenientes y las molestias que causan.

Aquí es cuando entra en juego la idea de la prueba genética, que podría facilitar la detección del cáncer colorrectal al identificar señales de la enfermedad en las células del cuerpo.

En el estudio, publicado en línea en la edición del 17 de junio de la Journal of the National Cancer Institute, los investigadores de Holanda, Bélgica y Estados Unidos encontraron señales genéticas que aparecían en las células y en el tejido colorrectales cancerosos, pero no en las personas sanas.

“Las pruebas basadas en los genes parten de la presunción de que un tumor liberará células en las heces”, explicó el Dr. Gad Rennert, que escribió un comentario que acompaña al estudio.

“Estas células, cuando se aíslan de las heces que se recogen en casa, tienen características genéticas que se pueden identificar y permiten sugerir la presencia de un riesgo”, dijo Rennert, director del Centro Nacional para el Control del Cáncer CHS de Israel.

Los investigadores encontraron que una señal genética indicaba la presencia de cáncer de colon el 53 por ciento de las veces en las muestras de heces.

Eso podría sonar como una cifra prometedora. Pero no es lo suficientemente potente para convertir la prueba en una herramienta de detección útil ni tampoco es mejor que los métodos actuales de detección de sangre en las heces, dijo Kopetz.

Sin embargo, en el futuro las pruebas genéticas ofrecen muchas esperanzas porque son más económicas y sencillas para los pacientes que las colonoscopias, apuntó Kopetz. “Si un análisis de las heces arroja un resultado anormal, entonces el paciente será remitido para una colonoscopia”, dijo.

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Las estatinas protegen contra el cáncer hepático en la población diabética.

Según muestra un trabajo en ‘Gastroenterology’, el efecto es mayor cuando los pacientes no han sufrido enfermedad hepática previa

De acuerdo con los resultados de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Baylor en Houston (Estados Unidos) y publicado en la revista Gastroenterology (2009;136:1601-1608), el tratamiento con estatinas se asocia con una reducción del riesgo de carcinoma hepatocelular en la población diabética.
Las evidencias recogidas en la literatura no han logrado mostrar de una forma clara el efecto del tratamiento con estatinas sobre el carcinoma hepatocelular. No en vano, y si bien la evidencia empírica muestra que la administración de estatinas podría ralentizar, cuando no prevenir, la progresión del cáncer hepáticos, los estudios desarrollados con roedores han asociado las estatinas con adenomas y carcinomas hepáticos.
Por ello, y con objeto de clarificar esta relación, los investigadores, dirigidos por el Dr. Hashem B. El-Serag, administraron estatinas a 1.303 pacientes diabéticos con carcinoma hepatocelular y a 5.212 diabéticos sin enfermedad oncológica. La mayoría de sujetos era varón y la media de edad se estableció en 72 años. Y la razón para evaluar el efecto en la población diabética, como explicó el Dr. El-Serag, “obedeció a que el riesgo inherente a desarrollar carcinoma hepatocelular es mayor en estos pacientes”.
En este contexto, cabe destacar que el porcentaje de pacientes a los que se había prescrito la administración, cuando menos una vez, de estatinas, fue significativamente menor en el grupo de enfermos oncológicos (34,1% versus 53,1%).
De acuerdo con los resultados, el uso de cualquier estatina se asoció con una disminución del riesgo relativo de desarrollar carcinoma hepatocelular (riesgo relativo: 0,46). Una reducción que, sin embargo, no resultó tan significativa en pacientes que no había sufrido enfermedad hepática previa (riesgo relativo: 0,63).
En definitiva, como concluyen los autores, “nuestro estudio, llevado a cabo con población diabética, prueba por primera vez el efecto preventivo de las estatinas en el caso específico del carcinoma hepatocelular. Un resultado que, lógicamente, deberá ser confirmado en ulteriores estudios”.

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La deficiencia de hierro produce formación de cálculos biliares

Los resultados del presente estudio demostraron que los bajos niveles de hierro sérico producen sobresaturación de la bilis con respecto al colesterol, lo que produce a su vez formación de cálculos biliares.

El viejo axioma de que la paciente clásicamente afectada por cálculos biliares es una mujer obesa, fértil y de aproximadamente 50 años es sólo parcialmente verdadero, ya que la patología se ha encontrado tan tempranamente en pacientes antes de su primer parto, como en personas delgadas. La búsqueda de diversos factores predisponentes para la patología lleva a la deficiencia de hierro como un nuevo e interesante factor etiológico para la formación de los cálculos biliares. Esta patología puede producir síntomas o, en la mitad de los casos, continuar asintomática, por lo que generalmente se detecta por medio de la ecografía abdominal. Deben reunirse 3 condiciones para que sea posible la formación de cálculos biliares de colesterol: 1) la bilis debe estar sobresaturada con colesterol; 2) la nucleación debe ser cinéticamente favorable y 3) los cristales de colesterol deben permanecer en la vesícula biliar el tiempo suficiente como para aglomerarse en forma de “piedras”.
Fue demostrado que la deficiencia del hierro altera la actividad de varias enzimas hepáticas, lo que produce aumento de la saturación del colesterol en la vesícula biliar e inducción de la formación de cristales de ese lípido. El mineral actúa como coenzima de la óxido nítrico sintetasa, la que además de producir óxido nítrico es de importancia para el mantenimiento del tono basal de la vesícula biliar y la normal relajación. Se encontró que la deficiencia del hierro alteraba la motilidad de la vesícula y del esfínter de Oddi, lo que lleva a la estasis biliar y al incremento de la formación de cristales de colesterol en la bilis presente en la vesícula biliar.
El presente ensayo de tipo retrospectivo y aleatorizado se efectuó a lo largo de un periodo de 1 año y medio entre febrero de 2003 y julio de 2004, y se incluyeron 50 pacientes con diagnóstico confirmado de cálculos biliares. Del total, el 80% eran mujer es y la mayoría (31%) presentaba la clásica triada sintomática: dolor en epicondrio derecho, náuseas o vómitos y dispepsia con flatulencias. El valor del colesterol sérico de los pacientes analizados no difirió del de la población general, si bien fue significativamente más elevado en los individuos anémicos en comparación con los no anémicos (p < 0.0001).
Probablemente la anemia, la obesidad y las hormonas sexuales sean factores de riesgo independientes que actúen como causales para la formación de cálculos biliares y, si se encuentran en forma conjunta, presenten efectos sinérgicos.
Los autores concluyen que la disminución del nivel del hierro sérico es responsable de la sobresaturación con respecto al colesterol, y este hecho produce la formación de cálculos en la vesícula biliar.

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