Vernor Vinge

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El desarrollo de la inteligencia artificial puede ser el mayor logro de la humanidad… Pero también el último.
Stephen Hawking

 

Singularidad tecnológica

La característica central de este siglo ha sido la aceleración del progreso tecnológico. Estamos al borde de un cambio comparable a la aparición de la vida humana sobre la Tierra. La causa exacta de este cambio es la creación inminente de entidades de inteligencia mayor que la humana.

La idea de una singularidad de Vernor Vinge la sustenta sobre la ley de Moore que dice que la capacidad de los microchips de un circuito integrado se duplicara cada dos años, lo cual traerá un crecimiento exponencial de la potencia del hardware de las computadoras y de mantenerse este crecimiento acelerado lo cual conducirá inevitablemente a que las máquinas le den alcance y luego superen la capacidad del cerebro para procesar la información y según un grafico elaborado por Hans Moravec la paridad entre el hardware y el cerebro se alcanzara alrededor del 2020 lo cual dará lugar a las máquinas superinteligentes.

Se está hablando del surgimiento de una superinteligencia artificial superior a la inteligencia humana, dado el crecimiento veloz que tiene el hardware y no en el desarrollo de programas que emularan la inteligencia humana como se pretendía en los primeros años de la Inteligencia artificial. Además, se parte de una inteligencia artificial fuerte que asume que la consciencia es codificable (consideran que los estados mentales son algoritmos altamente complejos).

A diferencia de los padres de la Inteligencia Artificial, que pensaban que la mente podía ser representada por medio de algoritmos y que esta podía ser programada totalmente en una computadora. Creen que las máquinas dado el progreso acelerado de la potencia de su hardware despertarán en algún momento como una inteligencia, esto nos lleva al concepto de emergencia basado en que las máquinas serán cada vez más veloces, tendrán más memoria y que esto emergerá en una nueva inteligencia. El mismo concepto se aplica para Internet, donde las conexiones entre humanos y máquinas se comportaran como neuronas dentro de una gran red, por lo que en cualquier momento de ellas emergerá una inteligencia (cerebro global).

En el articulo “Los riesgos existenciales de una singularidad tecnológica (1)” se hablaba sobre la explosión de inteligencia, inteligencias artificiales que se autoprograman así mismas cada vez más inteligentes hasta llegar a una singularidad tecnológica. Y se definían los siguientes presupuestos a tener en cuenta para lograr una explosión de inteligencia.

Un primer postulado: La aceleración de las tecnologías se seguirá incrementando hasta llegar a un punto que escapa a las capacidades de los humanos (singularidad tecnológica). Se puede lograr una inteligencia artificial por fuerza bruta, o sea que dada la velocidad de la máquina pueda analizar exhaustivamente todas las posibles soluciones. Este es el caso del ajedrez, la inteligencia de la máquina se basa en su velocidad para calcular las variantes, lo cual le permite prever los que puede suceder en el tablero.

Un segundo postulado: La inteligencia de las máquinas dada la complejidad que irán adquiriendo y las conexiones internas (circuitos) o externas (redes) podrá despertar como una entidad auto consciente. La emergencia, la cual asume, que debido a la velocidad en el procesamiento de la información de la máquina, llegará un momento, que podrá manipular una gran cantidad de información y dada su complejidad podría, también, despertar como una inteligencia.

Un tercer postulado: Las máquinas se irán auto construyéndose a sí misma, cada vez más perfeccionadas, más veloces, con más memorias, dotadas de mejores algoritmos; podrán llegar a convertirse en máquinas superinteligentes que superen a los humanos. Las máquinas al alcanzar cierta inteligencia serán capaces de construirse a si misma cada vez mejores hasta llegar a una superinteligencia.

En la singularidad de Vinge, menos optimista y radical que Kurzweil, se plantean cuatro vías para alcanzar la singularidad tecnológica, la cual puede agruparse en dos grupos.
1.-Relacionada con una inteligencia artificial. Superinteligencia artificial
2.-Relacionada con la ampliación de la inteligencia

En el primer caso estamos hablando de una IA que se construirá para que esta sea cada vez más autónoma. Ahora la pregunta es, ¿a quién responderá esta superinteligencia artificial? Teniendo en cuenta que será más inteligente que los humanos, es importante saber quiénes la van a utilizar y con qué fin. Por lo que al final estaríamos hablando de un software propietario, propiedad privada de alguien. Por lo que tendremos varias posibilidades.

  • Superinteligencia artificial creada (en sus bases para que siga mejorándose por sí misma) por los centros de investigación.
  • Superinteligencia artificial creada con fines militares, ya sea por militares o alianzas.
  • Superinteligencia artificial creada por las grandes transnacionales como parte de su Know How, con fines económicos (las actuales grandes transnacionales de la información, encabezadas por Google).
  • Superinteligencia artificial creada con fines comerciales, su propósito es vender los sistemas.
  • Superinteligencia artificial creada por la comunidad de software libre.

Con respecto a la ampliación de la inteligencia surgen tres vías (ver Inteligencia artificial: ¿Hay razón para preocuparse? )

  • Superinteligencia colectiva (sistemas cooperativos conformados por la relación (colaboración) entre humanos y tecnologías
  • Superinteligencia hibrida, ampliación de las capacidades humanas por medio de dispositivos cibernéticos, estamos hablando del Cyborg.
  • Superinteligencia biológica, ampliación de la inteligencia por medio de la ingeniería genética.

También la ampliación de la inteligencia se puede lograr por cualquiera de las posibilidades mencionadas anteriormente, pero, si en el caso de la inteligencia artificial los más beneficiados van a ser las transnacionales de la información como Google, Facebook, Microsoft, etc., ahora van a ser las empresas que se dedican a la venta de componentes cibernéticos como prótesis, chips, dispositivos biónicos o interfaz cerebro-máquina, entre otros siguiendo la línea de un humano mejorado por medio de las tecnologías.

Ni que decir de los proyectos militares, tales como el ideal de crear un superhumano, o las consecuencias sociales de colocar en el mercado dispositivos que permitan alcanzar poderes sobre humanos que tendrán consecuencias tanto ética como sociales ante un mercado que solo responde a las ganancias (ver El desafío de la inteligencia artificial). No se puede ignorar que vivimos en un contexto social competitivo donde se favorece el crecimiento económico a toda costa y el consumismo desmedido, lo cual nos lleva a la competencia por los mercados y, lo más grave, es que la ley del mercado nos está arrastrando a un futuro incierto, ajeno a un verdadero progreso humano.

El tema de los riesgos existenciales desarrollado por el filosofo y transhumanista Nick Bostrom, es el punto de partida para señalar los peligros de la inteligencia artificial, me llama la atención que cada vez se separan más los ideólogos del transhumanismo de los defensores de una singularidad tecnológica y es que mientras a los primeros les preocupa más las tecnologías para el mejoramiento de las facultades humanas a los segundos le fascina la idea de una super inteligencia artificial y la explosión de inteligencia que se producirá. Y precisamente es de la posibilidad de que surja una superinteligencia y el impacto que tendrá sobre la humanidad, tema que se puesto de moda, sobre todo después de las declaraciones hechas por Stephen Hawking, Elon Musk y Bill Gate.

Personalmente me inclino por una   superinteligencia colectiva, que su fin sea la ampliación y de la sabiduría humana y que se oriente hacia la construcción entre humanos (sin excepciones) y máquinas, de una estructura social colaborativa, donde los actores sociales sean la sociedad civil liderada por la comunidad de software libre, en alianza con organizaciones no gubernamentales y centros de investigación no comprometidos con las elites de poder.

Imagen: cordis.europa