Recomendaciones generales en aras de evitar las enfermedades hepáticas

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Por: Dr.C. Julio César Hernández Perera.

En dependencia de la evolución clínica, las enfermedades pueden ser clasificadas agudas o crónicas. Generalmente las agudas muestran mayores síntomas y signos, como la astenia (cansancio o fatiga), anorexia (pérdida del apetito), íctero (coloración amarilla de piel y mucosas) y coluria (coloración oscura de la orina).

Las afecciones hepáticas crónicas  muestran un patrón clínico diferente a las agudas. Generalmente no suelen producir síntomas en los momentos iniciales y en ocasiones son muy inespecíficos. Entre los síntomas inespecíficos se pueden ver la astenia, la anorexia y la pérdida de peso.

Al progresar en el tiempo, la enfermedad crónica puede evolucionar a una forma grave o «más desarrollada» de la enfermedad que puede causar diversos síntomas y signos clínicos, como los que se ven en la cirrosis en estadios avanzados. Entre estos se pueden destacar el íctero, la ascitis (presencia de líquido en la cavidad abdominal), inflamación de las piernas, y hemorragias que pueden expresarse en forma de hematemesis (vómitos de sangre) o melenas (heces negras, color conferido por la sangre digerida).

Todas estas situaciones —las enfermedades agudas y crónicas— pueden tener múltiples causas. Entre estas, las más frecuentes son:

  • El consumo excesivo o abusivo de bebidas alcohólicas.
  • Las hepatitis virales (por virus A, B, C, D o E)
  • Las enfermedades autoinmunes (hepatitis autoinmune, colangitis biliar primaria y colangitis esclerosante primaria)
  • Enfermedades metabólicas (como la enfermedad de Wilson y la hemocromatosis)
  • La obesidad y la dislipoproteinemia.
  • La diabetes mellitus descompensada o mal controlada.
  • El cáncer primario y metastásico de hígado.

Acciones preventivas

Siempre las acciones preventivas son esenciales como parte de las actividades médicas. Por eso se pueden identificar, en primer lugar cuáles son los factores de riesgo, y en base a esto, diseñar acciones que buscan evitar el desarrollo de las enfermedades hepáticas.

Entre estas acciones encontramos, como las más importantes:

  • Evitar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas —una de las causas más frecuentes de cirrosis hepática.
  • Evitar factores y conductas de riesgo.
  • La vacunación contra la hepatitis B —una causa frecuente de cirrosis y cáncer primario del hígado.
  • Mantener un control adecuado de la glucemia y de los lípidos sanguíneos (colesterol y triglicéridos) —se evita así el llamado «hígado graso» que puede evolucionar con el tiempo a la cirrosis.
  • Evitar el sendentarismo y la obesidad —se evita el desarrollo de cirrosis.
  • Mantener buenas conductas higiénico-sanitarias con los alimentos —se evitan así algunas hepatitis virales agudas.
  • No consumir medicamentos sin una adecuada prescripción médica —algunos fármacos pueden ser causa de insuficiencia hepática aguda grave que pueden tener una alta mortalidad.

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