embarazo y ruido

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El artículo Haga parte de la atención audiológica la protección fetal contra el ruido. Hearing Journal. 2014; 67(6), destaca que niveles elevados de ruido pueden ocasionar pérdida auditiva y trastornos en el desarrollo fetal y de los recién nacidos, determinando el impacto educacional, social y el desarrollo emocional de una mínima pérdida auditiva.
Se destaca además, que en 1997 el comité sobre salud ambiental de la Academia Americana de Pediatría reportó el potencial de hipoacusia inducida por ruido y otros efectos sobre la salud en fetos y recién nacidos.
Más recientemente, investigaciones sobre la exposición al ruido de bebés  pre términos en la unidad de cuidados intensivos neonatal, han indicado los efectos adversos sobre la audición, el desarrollo cerebral y los cambios fisiológicos que ocurren en esta etapa.
Aparte de los estudios en animales y las recomendaciones de los grupos de consenso, la literatura actual sobre la exposición fetal al ruido es seriamente escasa. Sin embargo, la escasez del datos no quiere decir que el feto está protegido de estos riesgos.
El cerebro fetal se desarrolla a una velocidad asombrosa, con una replicación de 250 000 neuronas por minuto. Las conexiones ocurren tan rápidamente que alrededor de las 24 semanas de gestación, el sistema auditivo es funcional.
El ambiente acuático transfiere señales de baja frecuencia al oído interno sin atenuación, resultando en un ambiente intrauterino rico en sonidos. Consecuentemente, el daño mecánico de la células ciliadas internas y externas en la porción media y apical de la cóclea de ovejas sacrificadas, después de la exposición a ruido intenso, ha sido bien demostrado.
También se ha reportado que el ruido tiene efectos secundarios sobre la embarazada y el feto, como el ritmo circadiano, la presión sanguínea y otros aspectos sicológicos alterados por el estrés.
Las recomendaciones para las embarazadas incluyen limitar los niveles de ruido elevados de origen industrial y recreacional (carreras de automóviles, aviones, equipos de procesamiento, armas de fuego, música alta y lugares de recreación).
El feto no debe ser expuesto a sonidos intensos o mantenidos debido a su relación con el daño de la audición y alteraciones del cortisol, lactógeno y de los cromosomas, así como también con conductas sociales anormales después del nacimiento.
Para proteger al feto, los grupos de estudio se aconseja sean separados en expuestos a ruidos y con límites de sonido aceptables, por ejemplo el feto se expone a la voz de la madre a aproximadamente 80 dB, otras actividades de la vida diaria superan este nivel, con picos ocasionalmente elevados. El ruido perjudicial excede los 80 dB y presenta diferentes características (crónico, estado estable o de impulso).
Las recomendaciones para una exposición segura al sonido del feto y el menor pre término, sugieren contener la exposición al ruido para limitar los efectos potencialmente negativos sobre la neuroplasticidad y la maduración.
Este articulo contiene referencias a destacadas publicaciones científicas:

  1.  Pediatrics 1997;100[4]:724-727
  2. Ann N Y Acad Sci 2012;1252:17-24
  3. J Perinatol 2000;20[8 pt 2]:S20-S30
  4. Ear Hear 1999;20[1]:21-32
  5. U.S. Navy
  6. Mayo Clinic
  7. J Obstet Gynecol Neonatal Nurs 2012;41[2]:166-170
  8. Clin Occup Environ Med 2003;3[3]:641-648
  9. Occup Environ Med 1995;37[8]:945-950