julio 2011 Archives

La compasión está en el origen de la vida. Cuando la conciencia de uno mismo profundiza, basta tocar suavemente el origen de la vida para que la compasión aparezca de manera expontánea: la conciencia la ha animado. La compasión es la cualidad que muestra la gente, capaz de expresar la bondad libremente. Por naturaleza, no requiere ningún esfuerzo y nunca se encuentra tan sólo en la superficie. Es una conciencia compasiva, que se apiada del infortunio de los otros y quiere mitigar su dolor. De todas las emociones que la mente humana puede generar, la compasión es la más delicada y la que más nos recompensa.
Al igual que las demás emociones tiernas, cuando la compasión es descrita con exactitud, se despierta en el oyente. Estas son las palabras de Shakespeare que dice Porcia en el Mercader de Venecia:

La clemencia no requiere de esfuerzo, cae del cielo como suave lluvia.
Es dos veces bendita, puesto que bendice al que la da y al que la recibe.

La piedad, la compasión y la bondad no son algo accidental en el sentimiento humano. Surgen de las tendencias universales de la naturaleza de acuerdo con el proceso de evolución. Todos los organismos vivientes muestran patrones de comportamiento que favorecen la unidad por encima de las partes individuales. Las células no funcionan por ellas mismas, sino que trabajan para la integridad del tejido del cual forman parte. Del mismo modo, los tejidos operan con eficiencia completa, para mantener la integridad de los órganos y éstos a su vez, mantienen la integridad de todo el organismo. La biología moderna considera esto como una clase de altruismo genético. Cualquier parte de un organismo vivo está dispuesta a morir para proteger la integrida genética de la entidad principal.

A este proceso lo llamo el comienzo de la compasión, porque cada célula, ” de una manera compasiva”, siente la necesidad de todas las otras células y automáticamente responde a dicha necesidad. La compasión, como característica humana, puede implicar grandeza, pero, a su vez, muestra la continuidad de un instinto natural básico. No puede llevarse a cabo ninguna curación sin compasión, puesto que ésta motiva al cuerpo de una manera inherente y despierta el deseo de sanar.

Cuando falta esta cualidad o es deficiente, un médico la puede proporcionar. Sin compasión sus técnicas médicas casi no sirven. La corriente de compasión que emana del médico moviliza una serie compleja de reacciones bioquímicas que, finalmente, producen la curación a nivel fisiológico.

Norman Cousin lo explica claramente cuando escribe acerca de los pacientes y su ” vasta colección de necesidades emocionales, quieren que se les dé confianza, que se les escuche; quieren sentir que el médico se preocupa por ellos y saber que les es muy importante si viven o mueren. Quieren sentir que se encuentran en el pensamiento del médico”. Esto último, estar en el pensamiento del médico, me parece que es la fuerza más poderosa que existe en la práctica de esta profesión, porque le pide al médico que su sentimiento fluya desde el nivel más sutil y requiere de la compasión que se genera en el origen de la vida.

La compasión no es lo que comúnmente  la gente llama altruismo. A la larga se vuelve un mecanismo porque restaura y renueva  a la persona que la da, y restablece al que cura.

Cuando falta la compasión, se está aislando de las emociones de los otros, lo que es un estado peligroso que provoca enfermedades. Aunque la compasión es inherente en el hombre, necesita desarrollo y evolución; por lo tanto se puede cultivar.

Tomado de: COMO CREAR SALUD. Dr. Deepak Chopra