octubre 2012 Archives

Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y, entonces, pude relajarme…

Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es… autenticidad.

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento.

Hoy sé que eso se llama… madurez.

Cuando me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada.

Hoy sé que el nombre de eso es… respeto.

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable: personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud.

Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.

Cuando me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo.

Hoy sé, que eso es… simplicidad.

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré muchas menos veces.

Así descubrí la… humildad.

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece.

Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.

Cuando me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada.

Y esto es… saber vivir!

No debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas.

Charles Chaplin

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El barniz separante que disponemos en nuestro país es el Sepacril y se presenta en polvo para ser mezclado con agua en las proporciones adecuadas.
Para preparar medio litro de separante con una consistencia óptima se debe mezclar:

  • 30 gramos de polvo en 500 ml de agua destilada.

Si desea preparar una cantidad menor, pudiera ser 15 gramos en 250 ml.
Una forma homogénea disolución, es usando alcohol de 90 grados. Se toma la cantidad de polvo a mezclar de acuerdo a las proporciones deseadas y se vierte en una pequeña cantidad de alcohol. Verás que se disuelve rápidamente, luego continúas agregando el agua destilada hasta completar la proporción.
El alcohol nos ofrece 2 ventajas:

  • Ayuda en la preparación del separante porque disuelve rápidamente.
  • Ayuda en la conservación de este barniz porque funciona como antiséptico evitando que se corrompa

Más información sobre el separante