Diagnóstico de muerte cerebral en niños y neonatos. Particularidades diagnósticas
Artículo de revisión a texto completo publicado por la revista Medicina Interna relacionada con el diagnóstico clínico de muerte cerebral en recién nacidos, lactantes y niños.
El artículo resume lo siguiente.
El diagnóstico clínico de muerte cerebral en recién nacidos, lactantes y niños se basa en los mismos criterios que en edades posteriores de la vida, aunque con algunas modificaciones. Desde 1981 estos criterios están bien establecidos en adultos y niños mayores de 5 años1,2, pero no en lactantes pequeños y neonatos. Éstos, especialmente los recién nacidos pretérmino, tienen dificultades específicas para identificar en ellos la muerte cerebral definida por: a) la irreversibilidad del cuadro, y b) el cese de todas las funciones corticales y del tronco cerebral, pilares en los que se sustenta el diagnóstico clínico de muerte cerebral.
En 1987 la Task Force on Brain Death in Children3 publica las guías para la determinación de muerte cerebral en niños mayores de 7 días, recomendaciones aceptadas por la American Academy of Pediatrics, American Academy of Neurology, American Bar Association, American Neurology Association, Child Neurology Society y el National Institute of Neurology and Comunicative Disorders and Stroke, y utilizadas en gran parte del planeta
Aunque estas recomendaciones han sido aceptadas como guía por buena parte de las Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) y Neonatales (UCIN), quedan interrogantes derivados de la escasa experiencia en niños pequeños y recién nacidos durante la primera semana de vida. Estas cuestiones se deben a: a) el cese de todas las funciones cerebrales/tronco cerebral son difíciles de evidenciar; b) la irreversibilidad del proceso es frecuentemente difícil de establecer y requiere un período variable de observación que garantice su irreversibilidad; c) el papel de la hipotensión arterial en la pérdida de las funciones cerebrales es poco conocido, y d) la utilidad de las exploraciones complementarias, la actividad eléctrica cerebral y el flujo sanguíneo cerebral no es tan precisa como en edades posteriores de la vida. En este artículo desarrollaremos la validez de cada una de estas cuestiones y las bases que lo soportan. Las opiniones vertidas en este informe están basadas en estudios con niveles de evidencia clase II y III
Sus conclusiones indican diferentes criterios sobre este diagnóstico