El 7 de junio se celebra el Día del Bibliotecario. Esta fecha se inspira en la vida y la obra de Antonio Bachiller y Morales, a quien Carlos Manuel Trelles llamó padre de la bibliografía cubana. Ambos cubanos dedicaron una importante parte de su vida a recopilar, ordenar, curar y diseminar la producción bibliográfica de su época, y tuvieron la visión de distinguir y elevar la misión del bibliotecario.
El propio Bachiller y Morales, quien no era bibliotecario de origen, se entregó con tanta pasión y responsabilidad a esta tarea, que hoy no podemos pensar en la profesión sin invocar su nombre. Es por ello que felicitar a los bibliotecarios, o mejor dicho, felicitarnos, es un acto de reconocimiento a todos los que aman y profesan el amor al conocimiento, a la literatura, a los documentos y profesan el servicio de su curación y su diseminación. Ser bibliotecario, con todas sus letras, es una condición que se gana, que se construye y que se disfruta. Esto vale para todas las profesiones.
El primer abrazo para quienes decidieron estudiar y dedicar su vida a esta maravillosa profesión, pero el abrazo se extiende para agrupar y acoger a todos los que sienten y trabajan para que la información y el conocimiento estén al alcance de todos, para que nos alcemos sobre lo que nos precede y para que la sociedad que construimos sea cada vez más la síntesis de lo mejor de nuestra cultura.
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